Revista Belleza
No sé si os he contado alguna vez lo mal que se me da a mi eso de los propósitos de Año Nuevo. No sé si es que me adelanto al miedo al fracaso y, directamente, pongo rumbo al país de la autodecepción antes siquiera de haber pisado la buena senda o sólo es que soy, sencilla y llanamente, demasiado vaga para forzar mi voluntad de esa manera.
Es cierto que todos los años pienso que el que empieza seré mejor persona, me cuidaré más, perderé peso y haré más deporte pero, seamos sinceras, ¿qué se puede esperar de un año que empiezas con resaca?
Por eso yo hace tiempo ya que no me propongo nada en serio, no digamos ya hacer algún tipo de declaración pública en las Redes Sociales o comentárselo a mis amigos y conocidos. No, yo a lo sumo me hago a mi misma un par de veladas alusiones el día 31 de diciembre acerca de la comida, el deporte o el dinero y dejo que mi psique madure la idea con los primeros dolores de cabeza del 1 de enero.
Sin embargo, sí que he de admitir que este año, debido a la majestuosidad de los regalos con los que he sido honrada, me había propuesto cerrarme a cal y canto a seguir comprando maquillaje al menos durante el primer trimestre del año (hasta que lleguen las novedades de primavera)
Pus bien, 4 días, señoras y señores, es lo que tardó mi endeble y quebradiza fuerza de voluntad en mandar tan noble propósito a tomar viento fresco. Concretamente hasta que pasé por el primer escaparate de un KIKO y vi las suculentas rebajas que tenían.
También es verdad que cunado la oportunidad de hacerte con un chollazo te salta a la cara hay que ser muy fría o estar muy sin blanca para ser capaz de rechazarla. Y es que, si ya a los modestos y competitivos precios de la mercancía de esta marca, se le añaden unas rebajas considerables lo que queda es prácticamente un regalo.
En fin, supongo que no soy la única que ha tenido que inmolar su credo por una buena rebaja ya que, si juzgamos el estado de la cuestión en base a las publicaciones de Facebook, parece que definitivamente la economía española se recupera en el 2014 (o, al menos, la de los "traficantes" de cosmética).
Así como veis, mi botín ha sido selecto pero nutrido y he aprovechado a comprar sets que me permitieran llevarme el mayor número de potis posible por un menor número de bits (en este punto es necesario hacer un inciso y reconocer que nuestro dinero ya no es metal ni papel sino una combinación concreta de unos y ceros en la red). Sin más dilación paso a relataros lo que han sido mis primeras compras del 2014 (y a estas alturas del mes ya no las únicas):
- Paleta Colour Impact de la colección Dark Heroine en el tono 01 Lounge Warm Tones: Sé que tengo delito al adquirir aún más sombras de ojos pero en mi defensa diré que esta paleta me gustó desde el primer día que la vi en el standt y que la pillé a 8'40 euros lo que me parece más que razonable por una monada de estas caracterísiticas.
- Ultra Glossy Stylo Lipstick Set de la colección Digital Emotion: Cinco preciosos tonos labiales con la calidad habitual de la marca, que en mi opinión está más que bien. Nunca se tienen suficientes labiales y menos aún si son tan bonitos y ponibles como éstos. El que más me ha gustado es el 822 Pearly Calypso Rose y el que menos quizás el rojo, porque ya tengo bastante abundancia de estos tonos. En cualquier caso, el set entero me costó a 11'80 lo que hace que el precio unitario del labial salga a menos de 2'40 euros. Ah! y además el packaging es de colección. :)
- Long Lasting Stick Eyeshadow Set también de la colección Digital Emotion: tenía muchas ganas de probar las famosas sombras en crema de esta marca y el set me pareció una buena oportunidad de hacerme con unos cuantos básicos y probar la fórmula. El set se compone de un stick en color crema, otro negro perlado, un marrón oscuro mate y dos más coloridos en azul y verde. Me ha sorprendido el precioso tono de la sombra verde aunque no sé con qué otras sombras podré combinarla porque no tengo nada que se le parezca.
Bueno, en general estoy muy contenta con las compras que he hecho independientemente de que acabe de cambiarlas por mi alma vágula y blándula. Creo que han merecido mucho la pena y, qué narices!, enero del 2014 sólo se vive una vez.
A fin de cuentas, siempre puedo esperar al Año Nuevo Chino y volver a poner el contador de los buenos propósitos a cero.
Un besazo