Desde un corral de cretinos granjeros dedicados a silenciar y amansar a los corderos siempre amenazados para el sacrificio, revelamos que los acorralados un día osadamente tuvieron en sus manos el utillaje que cercena el degüello emocional del matarife, y que espantados huyeron por respeto o por no desear hacer daño, evitando seguir respirando lo que empezó a convertirse en un ambiente corrompido de insatisfacciones y una debilidad en las funciones, que claman a la rebelión y a la venganza en una porquera más que una granja, en la que las jaulas se convirtieron en celdas y los graznidos de las aves de rapiña y rebuznos de ciertos políticos más burros que un arado, en un alarido de temor cuando se dieron cuenta que la puerta que les protege no había quedado bien cerrada.
No se entiende bien, al menos los que nos sentimos parte del pueblo todavía crédulo, de que sigan existiendo mujeres y hombres dedicados a la política que mantengan sus propios dictados honorables para no caer en la tentación de dedicar todo su tiempo a abatir al contrario opositor partido, aunque cada vez más la opinión se va reduciendo en la misma proporción que trasluce la general decepción, entre tiempo perdido empleado en dimes y diretes, algunos sin sentido y otros con la sutilidad de la afinada acritud, produciéndose un idéntico resultado inútil para el buen provecho de la nación, cuando observamos que pasan los días, las horas baldías presas de la mediocridad y que los asuntos más urgentes y fulminantes para reaccionar se difuminan, se esconden o se pierden sin castigo, pena ni gloria que justifique seguir ocupando escaño y por el contrario aceptar que nadie les vaya a recriminar su asegurada y nada despreciable nómina de representación institucional, quedando permanentemente autorizados, relegados mas bien apuntaremos, a continuar tirándose los trastos a las derechas y centradas, izquierdas o comunes y listas cabezas, a la espera del aplauso del cuadro supuestamente ganador del lance medieval, por alcanzar en los medios de difusión social unos instantes de gloria, emanada de una quebrada lucidez o estupidez personal, utilizando el escudo dialéctico de una declamación teatral insustancial de un guión mal redactado, toda vez que se aprovecha para que la lanza inservible penetre con saña en la armadura del contendiente desprevenido en el torneo, que sonríe con sarcasmo al otro lado de la bancada y en esa cámara de diputados que ya empieza a oler y parecerse a un corral, en donde los guarros se comen los despojos y los piojos, las gallinas se prostituyen, los gallos las chulean y los conejos espectadores que son incontables y suman cerca de 47 millones siguen asustadizos, echando de menos sus madrigueras, de las que nunca debieron salir portado el voto fácil del común descrédito, a sabiendas que la granja tiene zorros como carceleros y liebres colaboradoras que por las puertas giratorias se escaparán cuando quieran, mientras otras más avispadas y sin llamar excesivamente la atención, se dejan querer para integrarse en los consejos de la administración privada y pública, lo que hará sin duda que todo quede bien atado para mayor perversidad, perdón : permisividad, haciendo que los índices de los precios al consumo se repartan con inteligencia y sagacidad, al igual que se aprecia el indeseado encarecimiento de la electricidad por ejemplo cada vez que hay un cambio de gobierno.
No puede admitirse que si todos los partidos políticos desean el natural bien del pueblo y así lo comprometen en sus panfletos propagandísticos, no se entiendan con más facilidad en el debate cuerpo a cuerpo y con entusiasmo entre ellos por deferencia, que compete en una realidad incomprensible a la indiferencia más supina y a un complejo de fuerza entre los falsos titanes de una democracia llamada "progresista" y más "vulnerable" que un "chupa-chup" en la puerta de un colegio, si es cuestionada por quienes padecen la falta de derechos, libertades, corresponsabilidad, y por ende obligaciones compartidas y resentidas por una Justicia que falla y se distrae más que una escopeta de feria, lo que nos conduce a pensar que casi todo es mentira y nada es verdad, y ni mucho menos se ajusta por decencia lo que se es incapaz de cumplir con la sana intención de una dimisión de firme decisión y sentencia, obligándonos a pensar a los más considerados estúpidos que todo lo admiten sin enojo alguno, que ya va siendo hora de cambiar los rolex, perdón otra vez : roles, por un marca-pasos que permita dejar en coma vegetativo y en la cola del paro a esos enfermos crónicos con más cara que espalda y máscara mugrienta que mascarilla, que han llegado a partirse el pecho por reírse a espuertas de todos nosotros, mientras se daban abrazos a distancia con la competencia y codazos frente a las alcachofas-micrófonos, dándonos lecciones de sublime, honrada prestancia, educación ciudadana y delicadeza mal acogida, cuando lo que se denota es arrogancia maquillada y el uso y abuso de repetir siempre la misma cantinela, "soy más guapo que Pepa o Pepe, por mucho que diga José o Josefa, que ellos son más ilustres que yo, dedicados a enaltecer la confianza demostrada y sinceros augurios cuando a mi persona se refieren con envidia. Y lo lamentable es que eso lo repiten con sorna constantemente a unos y a otras, que eso es lo que duele y abochorna. Me entienden.. cretinos".
"El futuro es un mero consuelopara cretinos, una esperanza de que la mierda que nos tragamos hoy habrá desaparecido mañana sin tener en cuenta de que la mierda, junto a la estupidez, es el único recurso renovable e inagotable."Del libro El silencio del pantano - Autor : Juanjo Braulio