Como parece ser que el verano ya va perdiendo fuerza (que falta hacía ya) y quiera o no tendrá que ir dejando paso al otoño, recetas como el gazpacho, el salmorejo, y en general, aquellos platos fríos que en verano van de lujo, van a ir siendo sustituidos por sopas, guisos, potajes de legumbres mas contundentes, etc.
Y hay una receta perfecta para esta época, en la que todavía hace algo de calor durante el día, pero que por las noches las temperaturas van bajando, y no es otra que la sopa de cebolla.
Esta receta es muy antigua (ya se tomaba en la Edad Media), y tiene su origen en Francia. Pero no fue hasta el siglo XIX que se popularizó en París, donde al parecer era un plato que ganó fama entre los fiesteros de la época, ya que era lo que tomaban en las tabernas al terminar de fiesta.
La receta en si es muy sencilla, pero bien es cierto que requiere de algo de tiempo para que las cebollas queden como tienen que quedar. Por lo demás, os puedo asegurar que no os defraudará y que como cena es perfecta como plato único.
Antes de pasar a la cocina, me gustaría hacer un inciso para explicar algo relacionado con el caldo que vamos a usar. En la lista de ingredientes he puesto "2 Litros de Caldo casero" y puede ser caldo de lo cualquier tipo, menos de pescado. Otro detalle, es que en caso de no tener caldo casero, se puede solucionar de dos formas:
- Podemos utilizar caldo envasado del que compramos en el super, en cuyo caso, no suelo poner los dos litros completos, ya que estos caldos suelen ser bastante fuertes y tienen demasiada sal, así que si utilizo una parte de caldo, y otra de agua, por ejemplo en las proporciones 1:1, o 1,5:0,5 (mitad y mitad, o litro y medio de caldo mas medio litro de agua).
- La otra opción es que tampoco tengamos caldo del super, en cuyo caso siempre podemos utilizar para salir del apuro un par de pastillas de caldo concentrado con el agua correspondiente. Que no va a salir igual, es cierto, pero no por ello nos tenemos que quedar sin nuestra sopa de cebolla.
- 6 cebollas blancas normales
- 2 dientes de Ajo
- Un chorreón de AOVE
- 50-60 gr. de Mantequilla
- 2 Litros de Caldo casero (a ser posible)
- 3 cs de Harina de Trigo
- 1 chorreón de Brandy
- Rebanadas de pan
- Queso rayado que funda bien (emmental, gouda, mozzarella, etc...)
Preparación:
Lo primero que debemos hacer es pelar y cortar las cebollas en juliana, y una vez las tengamos, reservamos. También picamos los ajos muy finos y los dejamos junto a la cebolla.
En una olla, ponemos la mantequilla a fuego medio, y añadimos encima un chorreón de AOVE, y en cuanto se hayan mezclado bien, ponemos la cebolla y los ajos, removemos durante unos minutos, salpimentamos, y bajamos el fuego para que no se pegue. Importante en esta parte del proceso es que la cebolla no se dore, solo debe hacerse hasta llegar al punto de transparentarse. Para llegar a este punto, deberemos remover y estar pendientes durante 20-30 minutos.
Una vez tengamos la cebolla a punto, añadimos la harina y mezclamos bien con la cebolla. Esta parte es parecida a cuando hacemos croquetas, ya que la harina hará que, en este caso, la sopa espese.
Ahora es el turno del brandy, que mezclaremos bien con el resto, removeremos y dejaremos unos minutos hasta que se evapore el alcohol. Corregimos de sal, y subimos a fuego medio-alto hasta que empiece a hervir, momento en el que bajamos a fuego suave nuevamente. Deberemos tener la sopa al fuego durante unos 20 minutos mas.
Mientras, aprovechamos para cortar unas rebanadas de pan. Como siempre en estos casos, cuanto mejor sea el pan, mejor quedará la receta. Tostamos las rodajas, las restregamos con ajo, y las reservamos.
El queso ya lo debemos tener rayado, y como decía en la lista de ingredientes, puedes usar cualquier queso que funda bien. Personalmente me gusta mucho con emmental, pero con cualquier otro también queda de diez.
Con la sopa ya lista, cogemos un cuenco, a ser posible de barro, servimos la sopa, colocamos un par de rodajas de pan encima, y ponemos queso rayado tanto por encima del pan como por los lados.
Y llegamos al paso final, que no es otro que gratinar la sopa en el horno a buena temperatura, unos 200º o 220º, en la parte alta del horno, hasta que el queso se haya gratinado. ¡Ojo, que no se achicharre!
Servirla nada mas salir del horno, ¡y a disfrutar!