La Sociedad Argentina de Pediatría les presentó a los ministerios de Salud y Educación el modelo que debería usarse para el apto físico de los chicos y los adolescentes.
s médicos que se encargan de la salud de los chicos y los adolescentes les reclaman a los ministerios de Educación y Salud nacionales que unifiquen la constancia de salud que las escuelas y los colegios les piden a los padres al inicio de cada año escolar. Es que, según comentan los pediatras, no existe un criterio único y que impida hacer estudios innecesarios. Los requisitos que deben cumplir los certificados varían entre los establecimientos públicos y privados, como también entre las provincias y hasta las edades. El modelo se publicó el año pasado en la revista Archivos Argentinos de Pediatría con el Consenso sobre Constancia de Salud del Niño y del Adolescente para la Realización de Actividades Físicas y Deportivas, de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Participaron distintos comités de la entidad (medicina del deporte infantojuvenil, adolescencia, cardiología, pediatría ambulatoria), el Servicio de Traumatología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, el Grupo de Trabajo de Salud Escolar y el Comité de Medicina del Deporte Infantojuvenil de la filial Córdoba. Hace un mes, la SAP le solicitó por escrito al Ministerio de Educación que unifique la constancia. Enseguida, las autoridades de la Región Metropolitana de la entidad hicieron lo mismo con el Ministerio de Salud, que ayer informó a LA NACION que el pedido "está en estudio" y que cada área involucrada elevará esta semana sus conclusiones. En el modelo recomendado, el médico deja constancia de que su paciente fue "evaluado clínicamente y se encuentra en condiciones de salud para realizar actividades físicas y deportivas acordes a su edad, sexo, estado madurativo y bajo la supervisión de personal idóneo". Esto apunta a eliminar la enorme cantidad de fichas de salud y pedidos de exámenes complementarios que circulan entre las escuelas y los consultorios del país. Y es para los pediatras "una valiosa alternativa" para que los chicos no se salteen el control anual, estén al día con las vacunas, detectar enfermedades y, también, hacer prevención. Para entregar la constancia, el médico deberá cumplir con dos requisitos: elaborar una ficha médica con los antecedentes médicos personales y familiares de cada chico, con "especial atención" en la salud musculoesquelética y cardiovascular, y hacer un examen físico, incluido el control de la presión. En cuanto al uso del electrocardiograma (ECG), el consenso indica que los chicos "sanos, sin antecedentes familiares ni personales patológicos y sin intercurrencias con afectación cardiovascular, no requieren un ECG" para hacer actividad física. Sólo en la adolescencia se recomienda hacer un ECG "si el paciente no tiene uno previo y con resultado normal, junto con el interrogatorio y el examen físico". No habrá que repetir el ECG normal, salvo que exista alguna enfermedad con efecto cardiovascular. "Se quiere una seguridad absoluta de la buena salud de un chico, pero eso no existe. Le puedo hacer todos los estudios, aun los que no están recomendados, pero sólo podré certificar como médica una baja probabilidad de que le suceda algo inesperado. Pediatras, padres y educadores tenemos que aprender a convivir con cierto grado de incertidumbre, pero sin dejar siempre de buscar disminuirla, además de generar los mecanismos para detectar a los chicos en riesgo", dijo la pediatra Paula Pradines, socia titular de la SAP. Pero ¿qué piden las escuelas? Un muestreo al azar permite comprobar el argumento de los pediatras. En Córdoba, donde en febrero empiezan las colas de padres y chicos en los hospitales, hay que presentar el Informe de Salud Anual (ISA), una declaración jurada que firma un adulto responsable. Ahí consta el estado de salud del alumno y es indispensable para matricular a los chicos. Además, hay que presentar cada año el Certificado Único de Salud, que firma un médico y sirve como apto físico (incluye un informe cardiológico, odontológico y clínico). En la provincia de Buenos Aires funciona el Programa de Sanidad Escolar: a cada alumno de nivel primario se le hace un control anual y se le entrega un certificado de buena salud y apto físico si no tiene enfermedades. En tanto, en Mendoza, los padres completan un formulario que les envían los colegios. Los pedidos de estudios como un ECG provocan reacciones dispares y complican a los padres. Allí, los pediatras piden unificar criterios para no indicar prácticas innecesarias a tan corta edad. Con la colaboración de Pablo Mannino (Mendoza), Gabriela Origlia (Córdoba) y Eduardo D'Argenio (corresponsalía La Plata) Fuente: lanacion.com