En primer lugar, Milala (así será tu apodo para siempre, lo siento) me conectó con un artículo muy genial: La ingeniosa cruzada de una autora de literatura juvenil para defender el género más vapuleado de la literatura. Está en inglés pero es casi como leer una novela juvenil (y he ahí su ingenio) cuyo objetivo central es defender a la literatura juvenil. Genial, ¡gracias! (Y ya que estamos, hago referencia y recomiendo el blog nuevo de Milala, dedicado a las aventuras de leer novelas gráficas)
Ojalá mi edición tuviera este dibujo tan acertado.
Por otro lado, mis lecturas estuvieron dando vueltas por el continente latinoamericano estos meses y tengo un par de recomendaciones sobre las que eventualmente me explayaré: El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias (reinvención del mito del dictador latinoamericano con una prosa que da ganas de estamparla en una remera) y el mítico Pedro Páramo, de Juan Rulfo, que me sorprendió por completo. Es tétrico y misterioso y conviene leer el artículo de Jean Franco, "El viaje al país de los muertos", para terminar de entender toda su magia (o por lo menos eso es lo que me hizo falta a mí).Vengo leyendo If I Stay, de Gayle Forman hace rato, en los tiempos libres reducidos a minutos breves antes de irme a dormir, porque pronto se viene la película. La premisa me resultaba sosa, pero el libro viene probando que es más que la trama.
En materia televisiva puedo recomendar The 100, una serie nueva de CW inspirada en el libro homónimo, que se centra en la vida de cien adolescentes delincuentes, que son enviados a la Tierra desde el Arca (una superbase espacial, donde la humanidad vive desde hace más de noventa años a causa de algún tipo de guerra nuclear que asoló la Tierra) para comprobar si la Tierra es habitable, porque necesitan abandonar el Arca que ya no es sustentable.
Los primeros capítulos presentan bastantes clichés, pero, luego, a medida que la temporada avanza, el guión abandona las escenas esperables y los giros narrativos abusados y se lanza en una reflexión sorprendentemente profunda sobre el liderazgo, la moralidad y el estado de sitio. Los personajes, además, se vuelven más grises y menos estereotipados. Me hizo acordarme bastante a El Señor de las Moscas porque, salvando las diferencias, muchos de los planteos que hace se asemejan a los que propone Golding. Según los comentarios y críticas que alcancé a leer, el libro no vale la pena, así que, por ahora, me voy a quedar con la serie.
Hay más (siempre hay más), pero esto es lo que me da vueltas en la cabeza ahora.