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Recolección de plantas medicinales

Publicado el 16 marzo 2021 por Nandomdb
RECOLECCIÓN DE PLANTAS MEDICINALES
De preferencia, la recolección se efectuara en los días despejados y sin viento; nunca debe realizarse después de haber llovido.  Deben elegirse los ejemplares mejores y más vigorosos y destacarse los que por acción mecánica hayan sido arrancados o que presenten daños por animales o deterioros por el agua a el viento. 

Los tallos y las hojas deben recolectarse tiernos y frescos; o sea, en la época cuando la planta no haya producido flores.  La recolección de las plantas superiores y de las flores tendrán lugar antes de que la fluoración haya empezado, cuidando que los capullos no estén turgentes ni cerrados. 

Los frutos y semillas recolectados deben haber alcanzado la plena maduración. 

Las raíces se recolectan durante el verano, liberándolas de la tierra, espillándolas; jamás deben ser lavadas a menos que vayan a ser utilizadas inmediatamente. 

Las plantas medicinales pueden ser secadas al sol, a la sombra y también al aire libre, cuidando la higiene del ambiente y evitando contaminantes, suciedad y polvo. A veces pueden ser desecadas en horno templado. Si no se dispone de soportes enrejados metálicos ni de pajizos que permitan una aireación más racional, se aconseja extender las plantas y hojas sobre soportes de madera limpios y voltearlas a menudo para una desecación rápida y total. Si se recogen las hojas, flores, semillas, tallos, frutos o raíces de una misma planta, todos deben ser secados por separado y guardarse en recipientes distintos. Para largos almacenamientos se usan de cerámica o de vidrio, aunque pueden ser útiles los tambores de lata. Estos recipientes deben ser limpios y secos por dentro y por fuera; el polvo, el calor y la humedad pueden destruir los principios activos de las plantas medicinales o, aún peor, alterarlos. No se recomienda el almacenamiento por mas de un año, período que, por lo general, define el mantenimiento de la eficacia de la planta. 

Hay plantas, como el romero y la salvia, que poseen tallo, hojas y flores muy ricos en aceites esenciales; de estas plantas habrá que recoger los extremos floridos. Por otro lado, si la planta esconde celosamente sus principios activos en las raíces, el recolector deberá hacer distinción entre planta bienal y planta anual. En el primer caso la raíz ha de ser recogida en primavera, época del despertar, cuando está turgente y llena de humores. Si por el contrario se trata de una planta anual o de una planta bulbosa, raíz y bulbo deberán recogerse en otoño o después de la caída de la hoja, época en la que los jugos nutritivos de la planta vuelven a bajar a la base antes de que la llegada del invierno la haga morir. En cuanto respecta a las plantas de las que se usan las ramas, porque son más ricas en principios activos, la época de recolección varía de una especie a otra. Las hojas, cuidadosamente seleccionadas y limpiadas, se dejan secar al aire y a la sombra, extendidas sobre esteras, cañizos, etc. Los bulbos, las flores y los extremos floridos se secan al sol, cubiertos por hojas de papel para que no se decoloren. Las raíces y los rizomas, previamente seleccionados y separados de raicillas y fragmentos varios, se exponen al sol directamente. Al atardecer, se debe meter todo en casa, al abrigo de la humedad de la noche. 

Los productos, perfectamente secos, se conservan en cajas de hojalata o en frascos de cristal limpiados antes de su uso, cada uno con su etiqueta para evitar confusiones, y finalmente se guardan en un lugar seco. 

Estas son, en pocas palabras, las reglas generales que ha de seguir la persona que desee recoger plantas medicinales para su uso personal. No obstante, hay que tener en cuenta que cualquiera no puede de repente convertirse en recolector o herborista; es indispensable tener alguna noción de botánica y conocer con toda seguridad las plantas que se desea recoger. Es múy fácil confundirse. Muchas plantas se parecen tanto entre sí que, si no se es buen conocedor, se corre el riesgo de cortar una planta venenosa. 

Las plantas medicinales pueden tratarse según tres métodos distintos: 

Decocción. La operación consiste en cocer la parte rica en principios activos (flores, hojas, frutos, semillas, raíces o la planta entera) durante unos minutos. Para preparar la decocción o tisana, se pone la parte de la planta escogida en el agua hirviendo y se deja cocer a fuego moderado, en un recipiente cubierto, durante el tiempo indicado en cada caso en la receta. 

Cuando se utilizan raíces, maderas y cortezas, es necesaria la maceración previa en agua templada durante 12-24 horas. El líquido de maceración se usará para la decocción. 

Infusión. Se aplica generalmente a aquellas plantas cuyos principios activos podrían alterarse por ebullición. 

La infusión se obtiene vertiendo sobre la planta el disolvente <agua, vino, vinagre, etc.> a temperatura de ebullición. Es conveniente tapar inmediatamente el recipiente para evitar que las esencias de la planta se evaporen. Se deja al fuego durante el tiempo indicado en la receta. Cuando se usan cortezas, maderas y raíces, se aconseja mantener la infusión durante 10-15 minutos al baño María, con objeto de facilitar la extracción de los principios activos. 


Maceración. La operación consiste en dejar la planta sumergida en un disolvente durante un período de tiempo más o menos largo. Generalmente se usa la maceración cuando la planta contiene principios activos que se perderían o quedarían modificados por acción del calor, o bien al alterarse el disolvente con el calor. 

Un producto de la maceración es la tintura, que se prepara dejando durante unos días en alcohol fino (no desnaturalizado) o en vino (tinte vinoso) las plantas bien secas y reducidas a polvo grueso en un recipiente de vidrio cerrado herméticamente. Cabe mencionar a tal respecto zumos de verduras y de frutas (verdaderos cócteles de alto poder energético-vitamínico) de hierbas y plantas medicinales, que pueden prepararse fácilmente en casa. Con las plantas pueden prepararse también: en cataplasmas, que se obtienen mezclando harinas vegetales con un líquido que puede ser agua, una decocción, una infusión o una solución salina. 

Pueden utilizarse calientes o frías y son de aplicación exclusivamente externa; en linimentos, que son medicamentos de consistencia líquida o semilíquida y de uso externo, constituidos por un excipiente graso unido en emulsión a sustancias medicamentosas; los ungüentos se preparan batiendo con energía en un recipiente los jugos frescos exprimidos de la planta o de las plantas necesarias (planta entera, hojas, frutas, raíces) o los correspondientes extractos fluidos y tinturas, todo ello según las dosis indicadas en las distintas recetas. Los ungüentos pueden ser simples o compuestos, según si están constituidos por una o varias sustancias medicamentosas; en pomadas, que, al igual que los ungüentos, están destinadas a la aplicación externa sobre la piel o sobre las mucosas; contienen varios tipos de excipientes, como la vaselina, el aceite de vaselina o la lanolina. Las pomadas se preparan batiendo con fuerza en un recipiente adecuado (plato sopero, fuente, etcétera.) los distintos ingredientes indicados en la receta, hasta obtener una emulsión homogénea; en sufumigaciones, sahumerios que permiten introducir en las vías respiratorias, por aspiración, vapores que se obtienen quemando partes de vegetales o poniendo en el agua caliente unas gotas de aceites esenciales; extractos fluidos, que deben adquirirse en la farmacia, ya que su preparación requiere un equipo especial. 


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