Recomendaciones lectoras para 2021

Este año tan difícil para todes llega a su fin en algo más de una semana. Muchas novedades editoriales planeadas para las ferias de primavera quedaron paralizadas hasta el otoño y a todes nos costó seguir leyendo y escribiendo en mitad de la incertidumbre. No ha sido un gran año para la cultura en particular y, a pesar de todo, este proyecto sigue a flote gracias a vosotres.

Desde Libros Prohibidos queremos daros las gracias por haberos mantenido a nuestro lado y por haber apoyado a las editoriales independientes y micro para que sigamos disfrutando de libros tan magníficos como estos: compañeros que nos han ayudado a seguir adelante y mantener viva nuestra imaginación. Sin más preámbulo, os dejamos con las recomendaciones de nuestro equipo de los mejores libros de 2020 para disfrutar en 2021.

Andrés Arroyave: Sinfín, de Martín Caparrós, nos sitúa en el 2070, en una realidad atravesada por uno de los deseos comunes en la historia humana y, por ende, en la Ciencia Ficción; la inmortalidad. Allí, en la selva patagónica, lectoras y lectores podrán acercarse a una realidad en la que la inmortalidad solo es posible en el aislamiento, como dándonos a entender que la utopía del paraíso siempre se presenta como una idea VIP, una posibilidad exclusiva o que el paraíso solo es posible sin los otros, lo que resulta el mejor de los placebos. La voz de una narradora nos habla de un mundo controlado por una potencia china que ha logrado transferir los cerebros humanos a computadoras que logran la eternidad, dejando de lado los cuerpos y la interacción física. Así, el sueño de magnates como Jeff Bezos o Elon Musk se convierte en una distopía que Caparrós narra con toda la técnica que le permite ser uno de los mejores cronistas vivos. La lectura de Sinfín se recomienda, sobre todo, porque nos lleva hacia la reflexión incómoda y común por estos años, esa de que en la virtualidad todo es perfecto o que eso es lo que deseamos creer.
Víctor Briones: Hay unos versos de Claudio Rodríguez que sirven para reavivar cualquier tipo de resistencia y ayudar a la conciencia que nace y quiere expandirse, unos muy conocidos en los que cabemos todas: "a pesar y aún ahora / que estamos en derrota, nunca en doma". Estos versos son un ejemplo más de que a través de la literatura podemos acceder a lo desconocido, reconocer que algo no va bien, dejar de apretar antes de que se nos salten los empastes. Pero el libro que os quiero recomendar, Las doncellas de óxido de Gwendolyn Kiste (Dilatando Mentes), no tiene poesía, al menos no al uso, sino lugares sórdidos y en penumbra a punta pala, rincones en los que no podemos más que caer de rodillas, derrotados por el vaso que se colma, y dejarnos llevar por esa sensación de que ya lo sabíamos, de que solo habíamos estado tirando para adelante tomando un poco de aquí y un mucho de cartón piedra, a trompicones. En esta novela las únicas que conservan su humanidad son las doncellas del título, supuestos engendros a los que no se les permite renunciar al ordeno y mando sutil de lo convencional, que se atreven a abandonar un mundo que ya ha pasado el punto de no retorno. Mujeres que nos dicen ahí te quedas royendo la norma, chao mundo fabril que lo contamina todo con sus inercias. El miedo a lo distinto y cómo nos convertimos en lacayos y jueces a la mínima oportunidad, de ahí nace el terror en esta narración escrita con un estilo efectivo, conciso, pero que sabe cuando soltar correa. Terror de hoy, escalofrío de siempre. Dilatando Mentes no deja de lanzarnos cebo al pozo de los condenados. Feliz atracón de realidad aumentada, hinchada como un cadáver bien macerado.
Ismael F. Cabeza: Me consta que Javier Miró llevaba bastante tiempo dándole vueltas a este proyecto y lo cierto es que el resultado final es más que satisfactorio. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo que estoy seguro que cualquiera de vosotros también experimentaréis con este libro: a medida que lo leía, se iba desarrollando en mi mente una lectura paralela que me hizo disfrutar aún más de la experiencia. Quienes lo lean lo entenderán. Ojalá tú nunca es una ucronía que os hará estallar la cabeza y os la pondrá del revés. De la sinopsis no puedo contar nada, a riesgo de destriparla demasiado. Es una novela muy recomendable, corta pero intensa, con una buena trama, mucha acción y una factura técnica precisa y muy original.
Coral Carracedo: A pesar de estar a favor de la literatura escapista, también estoy a favor de enfrentar los problemas que tenemos con literatura. Si lo hacemos a nuestro ritmo, de la mano de unos personajes que se dejan querer, un estilo impecable y unas ideas bien presentadas se minimiza el efecto negativo. Es más, retenemos el control que es lo que nos falta en la vida.
Este año, más que nunca, casi todos estamos a la sombra de nuestra sombra. La negatividad está por doquier. Con este bolsilibro de fantasía,A la sombra de mi sombra de Virginia Buedo (Cerbero), te quedarán claros muchos de los comportamientos de las personas depresivas y por qué la ayuda es tan importante para reducir el tamaño de esa sombra. Si eres valiente, puedes acercarte a ese lugar horrible y ver que en realidad somos muchos los que lo compartimos. Así te sentirás menos solo. No tengas miedo de aceptarlo porque solo así encontrarás la compañía y el entendimiento que puede que también necesites.
Ana Casanova: Si una obra me ha encandilado este año 2020 de nuestro señor, ha sido This is how you lose the time war, por el momento traducida al catalán por Lluís Delgado y Rosa Borràs para Mai Més como Així es perd la guerra del temps, aunque a mí me gusta llamarla "Romeo y Julieta lesbianas en un Delorean". Se trata de una novela corta epistolar escrita a cuatro manos por Amal El-Mohtar y Max Gladstone que narra la historia de dos agentes especiales, Blue y Red o Roja y Blava, que trabajan para diferentes organizaciones interplanetarias las cuales se disputan el dominio del futuro mediante la manipulación y sabotaje del pasado. Es una novelita de una imaginación desbordante, que no escatima en detalles evocadores a pesar de su extensión, escrita en una prosa exquisita y profusa que acerca lo mejor de la tradición romántica a las tendencias del siglo XXI en cuanto a ciencia ficción. A ver quién se anima a traducirla al español.
Maielis González: A finales del año pasado Nuestra parte de noche recibió el prestigioso premio Herralde y este dato no es insignificante si tenemos en cuenta que se trata de una novela de terror con todas las letras. Mariana Enríquez ha venido demostrando, a través de una obra de absoluta solidez, que es una de las voces más potentes de la narrativa contemporánea. Nuestra parte de noche expande y detalla un montón de motivos que venía explorando en sus libros de relatos: el culto a panteones de dioses crueles e inescrutables, la violencia estatal que colabora con el sadismo individual en un contexto de dictaduras militares latinoamericanas, la infancia tronchada por la irrupción demoledora del mundo de los adultos. Una novela de carretera, casas embrujadas, maldiciones que pasan de padres a hijos, torturas, puertas que solo algunos pueden abrir; Enríquez ha construido un catálogo de tópicos de la literatura de terror y lo ha hecho con una gran originalidad, con personajes tremendamente auténticos y un estilo exquisito. Provoca miedo y fascinación a partes iguales. En un año en el que he leído monstruos literarios como Octavia Butler o Philip K. Dick, me quedo con esta novela de Mariana.
Mariela González: Tim Pratt tenía que volver. Hemos suspirado por él desde los tiempos de la antología publicada por Fata Libelli, y hemos degustado cada relato que nos ha obsequiado Cuentos para Algernon en su incansable generosidad. Pequeños dioses y otros cuentos blancos es la recopilación que esperábamos, un compendio de historias independientes y una clase magistral de narrativa corta. Pratt no se arredra ante nada: realismo mágico, surrealismo, ciencia ficción, poesía o costumbrismo son solo algunos de los terrenos en los que el autor se desenvuelve con absoluta soltura, regalándonos personajes con los que es imposible no empatizar o encariñarse, aunque tengamos que dejarlos ir tras unas cuantas páginas. Cada relato es un universo sólido con voz propia, un ejercicio de virtuosismo en lo referente a estructura y ritmo. Nada de paja aquí: todo es grano, que diría La máquina que hace ping.
Loreto ML: En una época como la que estamos viviendo, necesitamos libros que nos hagan tener el corazón calentito y que nos ayuden a reencontrarnos con nosotros. Clara Cortés hace suya la ciencia ficción en Somos astronautas (La Galera), que junto con su prosa es una mezcla maravillosa. Con unos personajes muy bien definidos y que brillan con luz propia, nos metemos en la piel de unos adolescentes que tienen que dar el siguiente paso tras el instituto y saber qué quieren hacer con su vida, porque no lo tienen nada claro. Y encima, a la búsqueda de sí mismos se une la de encontrar a un alien que no saben muy bien si aparecerá o no, pero que creen que les dará todas las respuestas. Como he dicho, en esta época que vivimos, con más bajones que subidas y llena de dudas, viene bien una novela como esta, que no solo te coge de la mano, sino que te dice "está bien que no veas claro tu futuro, no pasa nada". Además, contiene unas ilustraciones preciosas de Malorde que harán que disfrutes aún más de la lectura.
Alister Mairon: Mi recomendación es Lucificción de Lluís Rueda (Orciny Press), una novela onírica y grimdark que invita a viajar, a cuestionar la realidad y a reflexionar sobre uno mismo a través de su protagonista. Deliciosa metaficción sembrada de referentes artísticos y filosóficos que aguardan al lector que se atreva a cruzar las puertas.
Laura S. Maquilón: Siento que vivimos un momento precioso en el fantástico, donde podemos acudir a obras de grandes maestras y disfrutar de las nuevas generaciones, cargadas de imaginación y diversidad. Así son mis lecturas, y también mis recomendaciones. Las niñas salvajes, una novela corta que Le Guin escribió a principios del siglo XXI, es pura maravilla. Aglutina su experiencia a la hora de contar historias que se quedan contigo durante mucho tiempo, con una prosa envidiable y un mensaje desgarrador y crítico. Una órbita cerrada y compartida, de Becky Chambers, por otra parte, recoge los temas sobre la otredad en una novela calmada donde muestra rincones oscuros del universo iluminadas por almas que siguen luchando a pesar de todo. Creo que necesitamos un poco de ambas en este año tan difícil. Sosiego, crítica y esperanza. Y buenas lecturas.
Javier Miró: Mis recomendaciones de lo publicado este año son dos obras con solera. La primera es la reedición por parte de Gigamesh de Qué difícil es ser dios, de los hermanos Strugatski, una mezcla muy loca de fantasía y ciencia ficción con bastante humor ácido y crítica política de fondo. La segunda es Baxter de Ken Greenhall, obra traída al mercado español por primera vez de la mano de La Biblioteca de Carfax, ¡y menos mal! Un terror que es, a un tiempo, sutil, cómico y descarnado.
Ana Morán: Felicidad Martínez debuta en la fantasía con una novela -primera parte de una trilogía- que derrocha imaginación: Pakminyò. La historia se ambienta en una reimaginación de Corea, donde la magia se usa para todo, y se manifiesta a través de criaturas que lo mismo te estornudan azúcar que te encienden un fuego. Hay batallas, drama, emoción, toques de humor, reflexión sobre problemas serios y diversidad en el sentido más amplio de la palabra. El libro cuenta, además, con unas maravillosas portadillas por realizadas por PREZ, autore también de la portada.
Maritxu Olazabal: La editorial Nocturna nos sorprendía este año con HEX, una historia de Thomas Olde Heuvelt traducida por Ana Isabel Sánchez que nos sitúa en Black Spring, un pueblo que tiene su propia bruja y a la que todos temen, pero menos. Arranca entre risas con situaciones muy cómicas pero conforme avanza el ambiente cambia completamente, llegando a ser más que mosqueante. Es una novela autoconclusiva cuyos derechos han sido ya adquiridos por la Warner Bros. Un disfrute de relato que consigue sacar una carcajada y, a la vez, que te abraces a la mantita.

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Foto de Antonio DiCaterina en Unsplash