Esto no es una crítica de un disco, esto no es un repaso a una carrera y esto no es un análisis musical. Por ello, no habrá nombres de canciones, no habrá biografía, no habrá referencias ni reminiscencias, no habrá una nota bajo un cierre encantador que les proclame como unos genios, y no habrá una recomendación encarecida de su escucha.
Todo eso no encaja en este momento; cuanto más analizamos la música más la convertimos en algo ordinario y la despojamos de su sentimiento.
Ahora toca saltarse las normas, salirse de la línea preestablecida, cambiar, innovar, hacer lo que te dé la gana. Ahora toca juntarse con unos amigos y hacer música, la que salga, sin preocuparse de nada, sólo de deleitarse tocando la guitarra mientras le cantas cuatro tonterías al micrófono. Ahora toca saborear la música como disfrutamos de los demás placeres: haciendo pocas preguntas y aprovechando cada instante.
Ahora toca Howler.