Que sea tan fácil de decir y quede tan bonito en el rótulo del título contrasta chocantemente con la idea del reconocer el Cambio en nuestras vidas.
En esta vida hay dos tipos de cambio… Uno es el que todos conocemos en cierta medida porque nos ha tocado lidiar con ello toda nuestra vida: el cambio escogido. Cuando decidimos introducir cambios en nuestras vidas, de alguna forma o de varias.
El segundo tipo de cambio es aquel que nos viene de la nada, y nos toca tragar queramos o no: el cambio impuesto. Nos viene dado por factores totalmente externos y aleatorios, y es el que la mayor parte de las personas no sabe enfrentar adecuadamente.
Antes de ir más adelante, por favor… Acompañad el texto con esto:
Al parecer, hay quienes todavía no aprendieron a gobernar sus naves. Tal vez no les enseñaron a aprovechar las mareas y corrientes… Tal vez no aprendieron a ajustar sus velas. Tal vez no se les ocurriera sacar los remos o el motor en la calma chicha.
O tal vez cuando lo hacen es para ir en contra del cambio.
Lo cual es la peor decisión que nadie podría tomar.
Bruce Lee, un amante del cambio y referente del mismo a través del inmortalizado refrán “Be water, my friend”. (Photo credit: Wikipedia)
El cambio sencillamente sucede y no te pide permiso, solo espera que lo aceptes y que actúes… O no hagas nada. El cambio puede ocurrir sin tu intervención, así que puedes dejar que pase o hacer que pase.
Y dejando que pase, puedes dejarte llevar al punto más beneficioso para ti…
Algo que es más complicado si intentas hacer que pase, al luchar contra la corriente.
Para que podamos hablar de cambios tenemos que poder hablar de ciertas cosas que se deben dar a la vez, entrelazadas al unísono: cuerpo, mente, alma, intención, movimiento. Sin todo eso actuando en conjunto rara vez veremos producirse un cambio.
Sin todo eso no hay acciones. No hay vida.
Se trata de descubrir el propio movimiento… E iniciarlo.
O bien de aprender a relajarse y aprovechar las corrientes.
Tal vez de combinar ambas opciones. Al gusto de cada uno…
Al haber implicado todo esto, debemos implicar forzosamente las actitudes y aptitudes, los talentos y habilidades, los deseos y los sueños… Y tener una clara idea de todo esto. Tan precisa como la idea de cambiar, si es lo que de verdad deseamos.
Los buscadores de certezas ya se estarán preguntando qué tienen que hacer para que eso ocurra. Y yo diría que, si bien mentes más brillantes que la mía siguen estudiándolo sin hallar respuestas convincentes -supongo que por demasiado exigentes-, yo he encontrado una respuesta que al menos a mí me sirve.
A mí y a la gente a la que he ayudado a través de esa respuesta.
La pregunta de “qué tengo que hacer” no sirve para limpiarse el culo aquí… Más bien, toca dejar de hacer, dejar de pensar, abandonar aquello que asumes ser y creer. Y descubrir.
Descubrir lo que hay en tu verdadero yo.
Para que nos entendamos un poquito, voy a ilustrar esto refiriéndome (sin poner nombres por supuesto) a quienes acudieron a mí esperando que aportase algún sentido o alguna diferencia a sus vidas… Y que lo encontraron. Nos costó un poco, pero lo lograron.
Hablemos de ellos como personas sumergidas en la rabia por algún asunto del pasado. Ligadas al dolor, al miedo y a la desconfianza.
A la decepción, la desesperación de haber vivido algo realmente jodido.
Personas que nos odiarían a todos a pesar de que muchos no les dimos razones… Sencillamente porque otras personas ya les habían dado todas las que necesitaban de por vida para odiarnos a todos.
Personas para quienes el calor de una mujer tenía que ser alquilado… Ya que cualquier otra mujer no les había traído mejor suerte; o bien les trajo una dolorosa separación, o bien les trajo una penuria sin haber llegado siquiera a la unión en primer lugar.
Personas para quienes el contacto social, bien no suponía un gran problema o era toda una experiencia desalentadora… Bajo el sentimiento de estar siendo utilizados, manipulados. Utilizados. Explotados sin retribuciones.
No, no pinta nada bien el panorama. Eran personas a quienes las circunstancias y los consejos desaconsejables habían hecho creer y sentir que eran de una cierta manera… Y lo asumieron sin más. Ese es el peligro de hacer caso de ciertas cosas.
Ciertamente, hay personas con más bien pocos escrúpulos y poca decencia ofreciendo una supuesta ayuda que se convierte realmente en hilos atados a tus miembros, para que formes parte de la función del titiritero. A veces la propia vida es ese titiritero. Otras veces tenemos más suerte, porque el titiritero no es la vida y es por tanto evitable.
Resultado de esto es que las personas sin vocación para el arte de ayudar y enseñar a otros (es decir, quienes lo hacen por sacar dinero) son las que en mayor medida provocan lo que vamos a llamar un “desmierde” de proporciones épicas.
Y hay personas con poca integridad haciendo eso a propósito (el papel de titiriteros), en tanto que personas con la misma falta de integridad les ayudan a que su función parezca inspirada en hechos reales, y por tanto otros asuman que es real como la vida misma.
叶问2 (Photo credit: Kit Keat)
Donnie Yen, en su papel de Yip Man (el maestro de Bruce Lee en el arte del Wing Tsun) dice al final de la segunda película dedicada a este personaje que aunque todos vivamos en distintas condiciones,todos escogemos seguir un cierto camino en la vida y somos igualmente dignos… Y por ello deberíamos respetarnos mutuamente.
El afán de lucro de unos no debería pasar por encima de la integridad de otros.
Eso es lo que no puedo tolerar, por mucho que lo respete.
Ya hemos dicho que hay personas y circunstancias que te fuerzan a asumir que eres de una cierta manera y abandonar tu integridad y dignidad personal para “dejar de ser lo que dicen que eres”, y se regodean encima: te minusvaloran por ello.
Se consideran por encima de ti, y proceden a institucionalizarse como “mejores que tú”. Con sus famosas historias catapulta, si no con sus historias de noches de exceso de alcohol, drogas y promiscuidad… Donde te aconsejan mentir descaradamente para que otra persona te preste atención y quiera estar contigo.
Si eres un poco inteligente, no te crees sus patochadas. Si eres un poco inteligente pero estás ofuscado o desesperado en exceso… Te las crees, y las pones en práctica.
Así es como se favorece la aparición de personas como las que he relatado.
En efecto, algunos de ellos llegaron a mí por ese motivo.
Por lo que la vida, o los malos consejeros, les había hecho asumir.
Cuando los hilos del titiritero se rompen, podemos oir un tétrico pero espectacular crujido que recuerda al de una espalda cuando se rompe la columna vertebral…
Más o menos lo que pasa al dar contra el suelo porque el titiritero, bien por saña y diversión o bien por provocar una dependencia de sus manipulaciones; decide cortar los hilos y dejar que te estrelles. Y duele, por supuesto que duele.
Lo mismo que duelen esas asunciones.
Dejar de lado esas asunciones, y otras, es el consejo que doy (por costoso que suene) desde hace mucho tiempo… Y he visto que funciona.
Podría decir orgullosamente que la rabia y el resentimiento han desaparecido en gran medida, y se han liberado de sus cadenas en ese sentido… Que han dejado de alquilar calores y quereres. Que han conseguido incluso pareja estable.
Pero prefiero dejar que lo digan ellos, si quieren. Y si no, que callen.
Ahora mismo, me veo en la circunstancia de intentar lograr eso mismo una vez más. Un amigo cercano confía en mí para ello, y no tengo intenciones de defraudarle. Sigo intentando también lo mismo con otras personas, y consiguiéndolo de hecho…
Pero a este compañero, se lo debo en especial. Así lo siento.
Y alguno sigue preguntando furiosamente qué fue lo que hicimos para todo eso se esfumara. Para que lograsen cambiar y dejar atrás algo tan duro.
Mientras dejo que una sonrisa irónica me ilumine la cara… Os lo diré.
Estaba al principio del artículo. Se basa en esto:
Conocimiento. Aceptación. Unificación. Afirmación… Del verdadero yo.
Autodescubrimiento, buceo en las profundidades del propio Ser.
Sentido, Trascendencia, Autenticidad.
Viajar para descubrir la propia esencia y hallar nuestro Maná.
Encontrar la estabilidad del propio Centro, vivir desde nuestro Hara.
¿Cómo? Depende de cada uno.
Por eso, no habrá alusiones concretas… Aunque algunos echen de menos las directrices, planes, métodos y sistemas orientados al “resultado” o al “éxito”.
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Kheldar
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