Revista Coaching
Hace poco escribí una entrada que mencionaba la importancia de reconocer las emociones que llevamos dentro y aprender a gestionarlas. Esto en la teoría parece muy interesante y lógico, pero a la hora de ponerlo en práctica puede llevar a darnos mas de un dolor de cabeza durante las primeras veces, por que:
- No siempre estamos dispuestos a reconocer nuestra verdadera emoción, no es fácil sincerarse con uno mismo si estas son de celos, envidia u odio.
- Costumbre: es mas sencillo tomar el camino conocido de enfadarnos por una determinada situación y ahorrarnos el trabajo mental que conllevaría sentarnos cinco minutos a pensar en lo que estamos sintiendo.
- Dejarse arrebatar por la situación: “enrollarnos” mas y mas en ella, dándole mil y una vueltas en la cabeza, por lo que lo mas probable es que sintamos sensaciones desagradables a nivel corporal, como dolor en el pecho o el estómago.
Al reconocer la emoción, podemos recurrir a estrategias para explicárnosla o revertirla, incluso reírnos de ella por la magnitud desmedida que tomó, también darnos cuenta que llegado el caso, muchas de la emociones sobrevienen a raíz de una decisión que de alguna manera hemos tomado.
Si estamos ante una situación que llegado el caso podemos modificar, pero no lo hacemos por compasión, porque nos sentimos comprometidos u obligados, podemos recabar en el fondo de la situación y llegar a la conclusión de que en última instancia la última palabra y la decisión de continuar haciéndolo es nuestra y solo nuestra.
Feliz semana! mejor mejor y mejor! M. Candela