Título original: Recordar a los difuntos
Páginas: 232
Editorial: Sexto Piso
A pesar de los avances científicos y tecnológicos –quizá incluso en parte debido a ellos–, nuestra época se encuentra particularmente mal equipada para lidiar con un tema tan crucial como la muerte, en especial cuando se presenta de manera cercana, incluso íntima. Aunque buena parte de nuestra vida consiste en prepararnos para muchas cosas, la muerte permanece como un tabú pavoroso, y son muy pocas las personas dispuestas a asimilarla de una manera correspondiente a su carácter inevitable. Sin embargo, las consecuencias de un duelo no procesado pueden durar, como lo saben algunos desventurados, por el resto de la vida.La sinopsis del libro me llamó mucho la atención, no soy dada a leer ensayos y tenía ganas de aventarme a leer uno para variar un poco. Y el que proponía Sexto Piso entre sus novedades me gustó bastante: Recordar a los difuntos.
En Recordar a los difuntos, Arnoldo Kraus aborda la decaída y posterior fallecimiento de Helen, su madre de 89casi90 años, con una asombrosa mezcla de la precisión de la mirada médica, combinada con la sensibilidad del literato. El resultado es una lúcida reflexión que reúne la distancia necesaria para poder elaborar sobre un tema tan doloroso, con una mirada entrañable que comprende que en ocasiones el mayor acto de amor hacia los seres queridos consiste precisamente en conseguir desprendernos de ellos, pues «“Morir en paz” es un objetivo que debería integrarse al trajín de la vida.»
Para Arnoldo Kraus, «Los difuntos son parte de la vida, no de la muerte», e incluso en un caso tan próximo como el de su propia madre, postula que si bien en efecto la muerte es la culminación de aquello que llamamos vida, no es solamente eso, pues contiene en sí una dimensión espiritual que trasciende de lejos el final de la vida que se extingue. A la pregunta «¿Hay vida después de la muerte?», Arnoldo Kraus responde afirmativamente, más no desde un punto de vista esotérico, sino a través de la innegable huella que la muerte imprime a quienes han de seguir viviendo pues, nos dice en Recordar a los difuntos, los muertos viven en nosotros como recuerdos, emociones, incluso posesiones, y no es aventurado pensar que uno de los elementos fundamentales de una vida plena pase primero por tener una relación también plena con la muerte.
Antes de comenzar con mi opinión, les dejaré aquí la información que hay de Arnoldo Kraus en las solapas del libro:
Arnoldo Kraus es un médico clínico que mira la vida a través de cuerpos y almas heridas. El lenguaje roto por el dolor y las pérdidas de los enfermos alimenta su oficio. Muchas recetas médicas, y algunas páginas de la vida, las escribe gracias a las lecciones del dolor y a la sabiduría de sus pacientes. Ha publicado varios libros, entre otros, ¿Quién hablará por ti? Un recuento del Holocausto, Morir antes de morir. El tiempo Alzheimer y Cuando la muerte se aproxima. Es coautor, junto con Ruy Pérez Tamayo, de Diccionario incompleto de bioética, y en colaboración con Vicente Rojo, de Apología del lápiz y Apología del libro. Sus textos, publicados en varios medios, son imprescindibles para el debate sobre bioética en el país. Publica semanalmente en El Universal, y escribe una columna para la revista Nexos, donde además lleva el blog Bioéticas. Es miembro del Colegio de Bioética, A.C. y del Seminario de Cultura Mexicana, y profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM.
Sabiendo ésto, ya les puedo comentar. El ensayo trata más que nada sobre la madre casi nonagenaria de Kraus, que está debilitada y senil por los años. Y de cómo los ancianos al llegar a ésta etapa de la vida en la cual se encuentran a un paso de la muerte y donde la mayoría de sus amigos y familiares ya han muerto, donde sus cerebros fallan y no recuerdan ni piensan con claridad la mayoría del tiempo, de cómo en ésta etapa los ancianos piensan, rememoran, hablan o invocan a sus difuntos. Cómo éstas personas que tal vez murieron muchos años atrás y que durante la vida normal no eran recordados con tanta frecuencia porque la vida sigue, cuando el final se ve cerca, ellos están más presentes que nunca.
También lo fácil que es para los ancianos recordar el pasado muy muy lejano más que el más reciente. Eso me recordó a mi abuela que sufrió de Alzheimer los últimos años de su vida, y con forme su memoria se iba deteriorando ella comenzaba a vivir más en el pasado que en el presente, recordando esas cosas de antaño que usualmente se habían 'olvidado'.
Es un libro muy interesante, un tanto repetitivo, decía lo mismo con diferentes palabras una y otra vez, y fue por eso que mi calificación no subió de las tres estrellas a pesar de encontrar la temática interesante, porque aunque me interesaba, tanta vuelta a lo mismo usando diferentes palabras lograba aburrirme por ratos. Pero de resto, muy muy bueno.
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