Por azares de la vida Lorenzo Silva se había cruzado en repetidas ocasiones, antes de escribir este libro, con la figura del general de la Guardia Civil, José Aranguren Roldán
No en balde el grueso de la obra narrativa del escritor madrileño tiene por protagonistas a dos guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro, que incardinan en ellos de modo natural y creíble los principios y valores propios del Cuerpo, razón por la que su creador fue distinguido en 2010 con el nombramiento de Guardia Civil Honorario dada su contribución a la imagen de este Instituto Armado. Es evidente, pues, que Silva se ha documentado mucho sobre este Organismo para escribir los nueve títulos que por ahora componen la serie Bevilacqua-Chamorro. Sin embargo fue concretamente durante el proceso de documentación para su ensayo "Sereno en el peligro", subtitulado ' La aventura histórica de la Guardia Civil', que se topó con la figura humana del general Aranguren (" me encontré con Aranguren cuando me encontraba profundizando en el desempeño de la Guardia Civil en la Segunda República, en el alzamiento que acabaría por derribarla y en la guerra civil ", pág. 37).
También, en las páginas iniciales de la obra que reseño dice: " deslicé una breve alusión a Aranguren en la novela 'La marca del meridiano', donde dos guardias civiles viajan a Barcelona para esclarecer el asesinato de un compañero, ocasión en la que el protagonista recuerda al general que allí selló su suerte por atenerse a su código de honor. " (pág. 38). "La marca del meridiano" [leer reseña ], ganadora del Premio Planeta en 2012, tuvo una gran difusión. La novela, y por tanto la alusión al general Aranguren citada antes, fue leída por Lorenzo Rubio Sánchez del Valle, bisnieto de José Aranguren Roldán, que no dudó en ponerse en contacto con el escritor vía e-mail en enero de 2013. Así, explica Lorenzo Silva en su relato, se encendió en su ánimo el deseo de escribir sobre esta figura tan importante para la historia de España y tan desconocida por todos.
La importancia del general Aranguren radica en que los dos tercios y cuatro escuadrones de Caballería de la Guardia Civil con cabecera en Barcelona que comandaba, el 19 de julio de 1936 permanecieron, por decisión suya, fieles al gobierno republicano pese a haber sido él directamente instado a unirse a la rebelión por su compañero de la guerra de Marruecos el general Goded.
A Lorenzo Silva, y a cualquiera que medite sobre este suceso, no deja de resultar extraño que un comportamiento tan honesto, fiel y disciplinado haya sido escondido, ignorado, cuando no ninguneado, por unos y por otros. De ahí la necesidad de este libro en un intento de enmendar este indecente olvido.
¿Un libro de qué tipo?
El primer asunto que el escritor debía resolver -según él cuenta en el primer capítulo de la obra- era el del género literario. Ya en la página siete dice con rotundidad que a su propia experiencia como creyente primero y como agnóstico después, que es bueno que el lector sepa Esta historia es un relato de ficción [...] pero que como no es una novela de intriga, podemos aclarar desde ya lo que ha de ocurrir finalmente: los van a fusilar a los dos [a Aranguren y al general Goded], en esa Barcelona por cuya posesión se enfrentan. Y sigue con el asunto en las siguientes páginas cuando alude a Emmanuel Carrère, escritor de novelas de no ficción: "Afirma Emmanuel Carrère, a propósito de las múltiples referencias contenidas en su novela 'El Reino' [] desde dónde cuenta un novelista su historia." (pág. 12). Y en el último capítulo de todo el relato vuelve a insistir en el tema, insistencia que quizás venga a demostrar las dudas que esta cuestión le plantea: " He querido que el libro fuera una novela y se leyera como tal y por tanto he prescindido deliberadamente del aparato de notas a pie de página " (pág. 402). En definitiva, pues, Lorenzo Silva escribe un relato de no ficción, una crónica novelada, profusamente documentado previamente a fin de contextualizar debidamente al personaje, sobre la figura de este militar que, fiel a sus juramentos, a sus mandos y a su país, se negó a secundar la rebelión militar de 1936.
Literariamente la novela no me ha dicho mucho. Creo que la intencionalidad está bien clara desde el principio: limpiar la imagen de oprobio que unos y otros han vertido sobre este íntegro General de la Guardia Civil. Para los franquistas, un traidor, tanto que el dictador, pese a frecuentarse ambas familias durante los primeros años 30, no dudó en firmar su pena de muerte en abril de 1939; para los perdedores de la Guerra Civil, un miembro de ese Cuerpo que durante los 40 años de Dictadura sirvió a los sucesivos gobiernos reprimiendo cualquier atisbo de insurgencia. Lorenzo Silva, y yo estoy con él, quiere ser equidistante como lo fueron, en los momentos álgidos de la II República, entre otros, el periodista Manuel Chaves Nogales, el republicano Escofet, el expresidente de la misma Manuel Azaña, quienes en sus respectivos libros sobre la guerra de Marruecos, el periodo republicano 1931-1936 y/o la Guerra Civil, destacan siempre el comportamiento honesto y ejemplar de este servidor de España.
Alabo el riesgo que corre Lorenzo Silva con este libro, pues en nuestro país, siempre de extremos, no posicionarse de un lado o de otro, ser ecuánime con documentos en la mano, no es bien visto ni por tirios ni por troyanos. Sirvan de ejemplo estos dos fragmentos escogidos del libro:
- Uno donde el propio Lorenzo Silva confiesa ser consciente del riesgo que corre:
"Poco o nada me preocupa que esta declaración pueda ser interpretada por quienes la lean desde una visión fanática, la que sea, como una forma de nadar y guardar la ropa, un situarse a medio camino de todo y de nada, un ejercicio de tibieza u otra fórmula de descrédito de las usualmente arrojadas sobre quienes no se pliegan a los imperativos de la adhesión incondicional. [...] la corrección política, que ya no es más que una etiqueta inerte para designar lo indebido con arreglo al devocionario que el creyente en cuestión profesa. Una de las muchas formas que nos hemos inventado de no decir nada, " (págs 36-37)
- Otro, donde comenta lo que Frederic Estofet, Comisario General de Orden Público de la Generalitat, escribió sobre la actuación de la Guardia Civil que dirigía Aranguren el 19 de julio de 1936 en su libro de memorias "Al servei de Catalunya i de la República"
""Los verdaderos reveses de los insurrectos, en el Cinc d'Oros, en la avenida Icària, en la calle de la Diputación [donde fueron bloqueados los artilleros] y, más tarde en la plaza de Cataluña, fueron obra principal de las fuerzas de orden público". Palabras de quien no sólo vivió los acontecimientos, sino que lo hizo a pie de obra y en primera fila, que muy pocos han leído (pocos saben, en la Barcelona, la Cataluña y la España de hoy, de la existencia misma de Frederic Escofet) y que contrastan dramáticamente con lo que pudo leerse en cierta prensa catalana y oírse a los próceres del país en el verano de 2016, con motivo del ochenta aniversario de la batalla por la ciudad, presentando esta como una derrota del siniestro ejército español a manos del pueblo barcelonés (o catalán) en armas. " (pág. 259)
Durante la lectura, dada la ubicación de la historia (Barcelona, 1936) y el acto de ilegalidad perpetrado por los golpistas al levantarse contra la autoridad legalmente constituída haciendo caso omiso del ordenamiento jurídico, no he podido por menos -creo que en el subconsciente del escritor, e incluso en el consciente, también anidan estos pensamientos- que establecer una estrecha analogía, aunque de signo inverso, entre ese ayer vivido en la capital catalana y los acontecimientos de hoy en esa misma comunidad. Muchas preguntas se me vienen a la cabeza tras la lectura de esta no ficción:
¿Será posible que otra vez volvamos a tropezar en la misma piedra? ¿Para qué sirven las leyes? ¿Se pueden ignorar o respetar a voluntad? ¿El lenguaje en manos de políticos sólo se usa para manipular?