Sus incomparables playas y las olas perfectas, tan buscadas por surfistas, le dieron a la isla una gran popularidad. Pero Bali también tiene para ofrecer actividades de montaña, buceo y un circuito espiritual.
El clima es desigual: El sur envuelve a los visitantes en una nube de calor y humedad intensos, mientras que el norte surge como unas vacaciones refrescantes en las que incluso es aconsejable llevar abrigo.
Como en cada isla de Indonesia, el día a día gira en torno a la religión. Hay un templo hindú a la vuelta de cada esquina que, dos veces al día, se llena de música, ofrendas y fieles vestidos de blanco elevando sus plegarias.
Su cultura proviene de los javaneses hindúes que conquistaron Bali en el siglo XIV. En Java, la isla vecina, predominaba el Islam. Poco a poco, las costumbres hinduistas se mezclaron con la religión animista creando una cultura única y llamativa. Algunos pueblos del norte aún mantienen las antiguas prácticas llamadas “Aga Bali” (Bali inicial).
Bali fue creada para disfrutarse, como si fuera una especie de Edén en vida. Pero para esto hace falta dirigirse al lugar adecuado, respetando el gusto personal. Si se elige bien, Bali regalará un recuerdo inolvidable y unas inquebrantables ganas de volver .
Playas y surf
Bali es reconocida por sus playas y su famoso circuito surfista localizado en la península, al sur de la isla. Para los principiantes, existen opciones, como la playa de Kuta o Seminyak, en donde las olas dan directo sobre la arena.
Aquellos que se animen a los arrecifes pueden probar suerte en Ulu Watu, Padang Padang y Bingin. Las dos primeras opciones presentan olas consistentes aunque Ulu Watu puede ser realmente duro en temporada ya que carece de playa y las olas quiebran sobre la entrada de su cueva, rodeada de rocas. Aunque no se quiera surfear allí, es un buen lugar para encontrar provisiones en una de sus tantas tiendas de surf y para almorzar con vista al mar.
Padang Padang, pequeña playa oculta entre las rocas, también resulta una buena opción para los que ansíen descansar al sol. Bingin se hace desear, escondida entre caminos sin señalización, pero recomendamos visitarla por la noche para disfrutar de una cena con mariscos bajo el cielo estrellado.
Bastante más al norte, sobre la costa entre Candidasa y Amed, se encuentra la playa de arena blanca de Padangbai. Si bien no es tan increíble como suena, goza de una tranquilidad única al no situarse en una zona turística.
Entre lujo y fiesta en Bali
Dreamland, barrio cerrado camino a la península, es sinónimo de lujo dentro de la isla. Aquí encontrarás caminos prolijos que ostentan un buen trabajo de jardinería, palmeras plantadas en hilera por doquier, hoteles cinco estrellas, piscinas con vista al mar, restaurantes internacionales, un club de golf y un circuito de ostentosas tiendas. Recuerda más a la costa de Miami que a Indonesia.
La locación más exclusiva, acompañada por una vista que te dejará sin aliento y una calidad de atención óptima, se encuentra en el hotel Bulgari en Ulu Watu. Fue construido siguiendo los lineamientos de una pequeña ciudad medieval dentro de una fortaleza donde cada roca fue cortada y amoldada a mano.
En cuanto a las fiestas, dime lo que buscas y te diré dónde encontrarlo. Cada punto de la isla tiene su carácter. En la península, cada día de la semana se lleva a cabo una fiesta en un lugar fijo; por ejemplo, los domingos hay que ir al bar SingleFin. Pero los festejos en esta parte de Bali comienzan y terminan temprano ya que la mayor parte de los asistentes madrugan en busca de olas para surfear.
Kuta, en cambio, es sin duda el lugar apropiado para los que buscan divertirse hasta la madrugada. Cada cuadra del epicentro turístico cuenta con diversas opciones de restaurantes, bares y discotecas para todos los gustos, reuniendo multitudes. Durante el día se torna un núcleo comercial con reconocidas marcas internacionales y cafés como Starbucks y Hard Rock Café, clara señal de la fuerte orientación turística de esta pequeña ciudad.
Circuito espiritual
La película “Eat, prey, love”, protagonizada por Julia Roberts, provocó un despegue turístico en el circuito espiritual de Bali con el poblado de Ubud como epicentro.
Cada año se suman más opciones para realizar retiros espirituales y clases de yoga, combinados con una vida sana que incluye restaurantes orgánicos y paseos en bicicleta por campos cubiertos por cultivos de arroz.
El pueblo también es un área donde el arte cobró importancia. Sus calles se encuentran repletas de puertas y esculturas pintadas con colores intensos, atelieres de arte y templos con tallas únicas en piedra. Pero hace tiempo que dejó de ser un lugar escondido sólo para bohemios, como indica la rápida proliferación de tiendas de diseño.
Ubud no es la única opción espiritual de Bali. Resulta increíble la cantidad de templos que ostenta la isla. Uno de los más conocidos por su notoria belleza es Pura Tanah Lot. Emplazado sobre un islote internado en el mar, obliga a mojarse las pantorrillas para admirar su estructura de cerca. El paisaje surrealista ayuda a olvidar las tiendas internacionales que esperan a los visitantes a la salida.
Buceo
Para bucear, el mejor punto de la isla es el pequeño poblado de Amed. El avistamiento de manta rayas es frecuente debido a que se acercan a este punto para limpiar sus lomos. También se pueden ver tortugas, barracudas, tiburones, langostas y pequeños caballos de mar, entre otras especies.
El diminuto pueblo consta de una única calle principal y no demasiadas opciones de alojamiento. Reina un ambiente de paz donde las señoras locales lavan la ropa y se bañan en las canaletas al costado del camino. Amed resulta una buena opción para descansar del bullicio del sur.
Paisajes y actividades de montaña
La isla tiene para ofrecer mucho más que playas, fiestas y espiritualidad. El circuito norte, poco recorrido por el turismo, brinda paisajes y actividades de montaña además de un clima frío que permite descansar de la humedad y el calor del sur.
Kintamani goza de una posición preferencial respecto al volcán Gunung Batur y el lago Danau Batur. Lake View, el mejor hotel de la ciudad, brinda la mejor vista de la zona desde su bar y ofrece tours entre los que figura el ascenso al monte Batur, que comienza a las 4:00 de la madrugada.
Si se llega desde el sur, es recomendable recorrer la ruta entre Candidasa y Amed, con pequeñas montañas y resplandecientes terrazas de arroz. Una vez en Amed se puede tomar el camino hacia Kintamani que pasa por Ban. El trayecto zigzaguea entre bosques tupidos de bambú y ascensos con vistas a los dos volcanes de la zona.