Ya la echábamos de menos… Sus historias (y sus fotografías) nunca nos dejan indiferentes. En este relato nos lleva a un lugar más cercano que otras veces, pero siempre aportando esa mirada suya tan particular. Disfrutad de nuevo con nuestra inshaler Judit, por tierras de Bretaña…
Este año he decidido perderme durante unos días por las tierras de la Bretaña francesa (bueno, miento: Mont Saint Michel pertenece a Normandía). Dicen de esta región que es la Francia menos francesa, quizás por su marcado nacionalismo o porque es tierra de piratas, exploradores y druidas que hacen que conserve cierta esencia celta. Aunque quizás sea porque tras cada árbol parece esconderse Astérix dispuesto a seguir dando guerra a los romanos.
La primera parada fue Rennes, tras un largo recorrido nocturno en autobús desde Bilbao. Con sus más de 200.000 habitantes, conserva un núcleo histórico que te permite retroceder varios siglos en el tiempo y sigue conservando tradiciones como el concurrido mercado que cada sábado se celebra cerca de la catedral de Saint Pierre, donde puedes adquirir desde raciones de paella hasta ostras de la cercana Cancale. Mientras paseas por entre los diversos puestos con una crêpre recién hecha en la mano, también podrás dejarte llevar por las melancólicas notas de un saxo o admirar el rítmico movimiento de una exhibición de claqué sobre una improvisada tarima.
‘Rennes’ (Judit Urquijo)
Si optas por callejear, acércate hasta la iglesia de Saint Melaine, donde con suerte podrás sobrecogerte con su atronador órgano magistralmente interpretado por los ágiles dedos del organista. Según salgas de la iglesia, te recomiendo que gires a la izquierda dando la vuelta al edificio y vagues tranquilamente por el parque Thabor. Si tras el paseo acusas el cansancio, siempre puedes dejarte caer en alguna de las hamacas que hay junto al ayuntamiento y disfrutar del tímido sol que comienza a protagonizar los días de finales de agosto.
Disfruta de un paseo en bicicleta por la ciudad, observando los múltiples tonos de piel y los coloridos vestidos con los que te cruces. Puede que durante tu paseo, como me pasó a mí, te topes con un circo como los de antes, con animales, y público emocionado que acompaña la función circense con risas y chillidos.
Perderse por las tierras de #Bretaña, la #Francia menos francesa #QuieroViajarAunque no tengas ni idea de francés, párate a observar las viejas librerías que encontrarás, por el simple hecho de rememorar aquéllas que solías frecuentar cuando eras pequeño o pequeña y que hace tiempo que cerraron.
Como buen viajero, no olvides acercarte hasta la estación del ferrocarril para planear tu siguiente parada. Mientras esperas al tren en la planta superior, es posible que oigas un piano. Está en una esquina y puedes acercarte a él con total libertad y arañarle una melodía si eres diestro en la materia (y si no lo eres, también estás invitado a probarlo). Incluso es posible que tengas que esperar tu turno, ya que comprobarás que tiene gran aceptación.
Un último consejo para finalizar: si tienes ocasión, acércate hasta la esquina entre el Boulevard Beaumont y Rue l´Alma. Insertadas en el cemento de la acera, verás unas pequeñas placas redondeadas con inscripciones. Son de color dorado, con ese tono que adquieren los metales tras estar sometidos a la intemperie. No hay muchas, unas 3 o 4, pero tienen unas inscripciones interesantes, duplicadas, para que puedan ser leídas por los que van en un sentido y en el otro. Una de ellas lleva grabada la sentencia “nous sommes” y a unos metros de distancia, hay otra con la inscripción “voyageurs”. Casi es seguro que las unes mentalmente. Yo no hablo francés, así que tuve que preguntar a Google cuál era el significado. Me respondió: “somos viajeros”. No sé si será la traducción exacta, pero me he tomado la libertad de quedarme con ella.
‘Voyageurs’ (Judit Urquijo)
Judit Urquijo
Follow @@InshalaBlog