Para empezar os diremos que hemos dormido en un hotel cuyo edificio era de la epoca española. ¡De 1692! (Le Tanneurs, se llama). El edificio lo construyeron los curtidores de pieles encima de donde preparaban el cuero para contener, dentro de lo posible, los malos olores. Del olor a cuero no queda nada y el edificio en sí merece la pena (y también alojarse en él, claro).
Namur nos ha deparado agradables sorpresas muy en la tónica de lo que iba a pasar hoy.
La siguiente etapa era Ciney donde a falta de rastro español de la época hemos visitado el segundo mercado cubierto de ganado más grande de Europa con mas de 4000 cabezas. Os prometo que llama poderosamente la atencion contemplar semejante cantidad de animales juntos y ver a los gananderos cerrar sus tratos todos vestidos de la misma guisa (bata azul marino, botas oscuras de agua de caña alta y bastón) mientras las vacas y terneros mugen sin descanso.
La montonera de vacas no nos roba tiempo y enfilamos para Rochefort. Antes hemos decidido desviarnos un poco para acercarnos a Dinant por que habiamos leído sobre una “maison espagnole”. Menudo acierto.
Dinant es una bonita ciudad encajada en la rivera de un gran rio, el Mosa, que además la divide. El rio esta cercado de montes escarpados siguiendo el curso y poblados por verdes bosques. Una enorme ciudadela en lo alto de una de las lomas domina la ciudad y el rio. El conjunto es una delicia. En la oficina de turismo nos comentaron que fueron los holandeses los que la construyeron… Habra que comprobarlo porque siendo una fortaleza y en Valonia me extraña que los españoles no anduviéramos allí metidos…
Sea como fuere, paseamos Dinant y lo que tiene la ignorancia, resulta que en esa ciudad nació el inventor del saxofón. También hay un funicular que sube hasta la ciudadela (o puedes subir los cuatrocientos y pico peldaños…) o un paseo en barco… Pero para eso no teníamos tiempo porque debíamos encontrar la “maison espagnole” que estaba muy cerca de allí, en Bouvignes.
Despues de Dinant, y conseguido el objetivo, seguimos, ahora sí, para Rochefort. Contra pronóstico volvimos a encontrar huella española que celebramos con la excelente cerveza que hacen en la Abadia. Rochefort es una muy bonita localidad con casas cuidadas, muchas flores y un entorno privilegiado que bien merece la pena visitar. Después de un tentempie y un breve descanso del guerrero (léase, siesta) seguimos para Saint-Hubert.
Durante este desplazamiento el paisaje ha empezado a cambiar. Más frondoso, más verde, con arboledas muy pobladas. Por unas esculturas (jabalis, ciervos,…) que vemos en la entrada de algunos pueblos está claro que este es terreno de caza. Y vaya que si lo es: Saint-Hubert es Capital mundial de la caza y de la naturaleza. Impresionante.
En la Oficina de Turismo nos atienden estupendamente. Caroline, que domina perfectamente el castellano, nos atiende y explica algunas de las muchas cosas que se puede hacer en ese entorno privilegiado. Muy amablemente se ofrece a acompañarnos en una rapida visita por la ciudad que se concreta en la Basílica y el antiguo hospital que, como no, es de la época española (¡muchas gracias Caroline!).
Nos dejamos mucho por ver, que posponemos para otras ocasiones, y continuamos hacia NeufChâteau donde damos con la calle que buscábamos y que tiene el nombre tan evocador de: "Le Chemin des Espagnols".
En Arlon, hacia donde nos dirigimos, también hay otra calle con ese nombre. Aunque eso tendrá que ser mañana porque, señoras y señores míos, por hoy es suficiente. Una buena cena y a descansar que mañana nos espera Bruselas y antes ... Lieja y Marche en Famenne y Bastogne y…
PD: Adolph Sax, se llamaba el inventor del saxofon