El cronista divulgó ayer un texto afirmando que el retrato que aparecía tras el Rey en su mensaje de Nochebuena correspondía a Felipe V, el primer Borbón español, que dictó los Decretos de Nueva Planta que abolieron el derecho público de Castilla y también el de Aragón, al que pertenecía Cataluña.
La información sobre la pintura y lo que representaba como aviso al nacionalismo catalán le había sido facilitada por dos altos funcionarios gubernamentales que veían también en esa imagen de Felipe V una advertencia a Artur Mas y los suyos.
Pero quien aparecía en ese óleo de Jean Ranc no era ese rey, sino su hijo, tercer varón, nacido de su segunda esposa, Isabel de Farnesio, Felipe I de Parma, el creador de la dinastía Borbón-Parma.
El aviso sobre el error se lo señaló W. Blanco al cronista en un comentario que concluía así: “En el discurso blandengue y decepcionante real, no hubo ni intención de amagar. ¡qué gran ocasión se ha perdido! Tenía que haber sido, en efecto, el retrato de Felipe V”.
Esa debió ser la reacción de las fuentes gubernamentales, cuando el cronista les comunicó que, en efecto, el retrato no correspondía a Felipe V.
Desde ese momento tratan de saber por qué entre numerosa simbología de la Corona aparecía tras el Rey ese óleo sin significado aparente.
El retrato del joven Infante no parece que anunciara novedades con respecto al actual Príncipe de Asturias y también de Gerona, heredero de la Corona de Aragón, el futuro Felipe VI.
Privado del simbolismo que se le atribuyó en altas esferas, el mensaje del Rey quedó debilitado, aunque quizás la Corona crea que no era necesario ser más duro con el plan secesionista porque chocará con una realidad imposible.
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SALAS