El pasado 4 de enero se cumplieron cien años de la muerte de Galdós, y creo necesario este pequeño recuerdo a modo de homenaje de admiración hacia aquel que fue novelista, dramaturgo y cronista, académico, diputado progresista, y profundamente español. Para muchos estudiosos es Galdós el narrador español más importante desde Cervantes, con el que coincide en no pocos aspectos.
AUTORES DE NUESTRA HISTORIA| Beatriz Quintana Jato
De espíritu republicano formado en las ideas krausistas, fue un decidido regeneracionista que admiró la labor de la Institución Libre de Enseñanza y derivó hacia posturas de izquierda en su vejez. Su progresismo, junto con el anticlericalismo que manifestó siempre, fueron motivo de polémica y de crítica en torno a él, y causa también de que no obtuviese el Premio Nobel de Literatura en 1912.
Madrid fue el escenario de la mayor parte de sus novelas, y a la ciudad de Madrid debe sus mejores cuadros y aun muchos de sus mejores personajes, y Galdós reaccionó contra el tono quejumbroso y pesimista de los autores del 98 aunque coincide con ellos en el concepto de “intra-historia” unamuniano.
Algunos intelectuales, con Valle-Inclán a la cabeza, emprendieron una labor de desprestigio contra él, que culminó con el injusto calificativo de “garbancero” alusivo a su estilo “descuidado”. En realidad no entendieron que la intención de Galdós (dueño indiscutible del léxico castellano) era precisamente ridiculizar a quienes intentaban usar la lengua por encima de sus posibilidades.
Como escritor fue el que mejor supo reflejar su época en novelas inmortales como “Fortunata y Jacinta” y el que trazó la gran crónica de la España del siglo XIX en sus “Episodios Nacionales”, extraordinaria fusión de narración e historia.
Benito Pérez Galdós había nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1910, siendo el último de diez hijos en una familia acomodada donde se valoraba la cultura.
De presencia serena y agradable, “un poco misterioso porque no era locuaz en exceso, con una mirada algo chispeante y ademanes lentos”, mantuvo una relación de “amor enorme y verdadero” con Emilia Pardo Bazán durante tres años, aunque ella no fue la única que ocupó aquel corazón solitario que nunca sintió la necesidad de casarse.
Tolerante, partidario siempre del coloquio amistoso y razonable, murió ciego y empobrecido en Madrid el 4 de enero de 1920 con más de cien libros escritos y rodeado del cariño de casi todos.
Imagen: Benito Pérez Galdós en 1863, De Anónimo, Dominio público, commons
Sección para "Curiosón" de Beatriz Quintana Jato.