Solo eramos tres valientes o más bien tres locos, fustigados por un vientazo padre que tardo pocos minutos en arrasar todas las olitas que hubo ese día. Aprovechamos lo que pudimos Fernan, Mati y un servidor, luchando contra corriente, viento y frío. Tampoco se quedo atrás la fotógrafa, María, que aguantó en la orilla el vendaval mientras los locos rascaban algunas ventadas olas.
¡¡¡Buenas olas!!! (aunque sean entre vendavales).