“Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de este mundo malvado, con sobre mesa y casa, en el campo deleitoso con sólo Dios se compara, y a solas su vida pasa, ni envidiado ni envidioso”.
Con estas palabras atribuidas a Fray Luis de León el juglar alzó la guitarra con su mano derecha y amagó a levantarse. En la desesperación del momento percibiendo algunos que no volverían a verlo comenzaron a expresar algo perdurable y simbólico espontáneamente canturreando el “cantito de la lluvia” de Woodstoock, como cuando una ronda con latas y palitos marcó un ritmo y pidió al cielo “ooooh, oh oh oooh oh ooh, el fin de la lluvia o quizás detener el tiempo para disfrutar ese instante de felicidad. Al rumor le siguieron las palmas y las voces tomaron forma y a modo de súplica repetían una y otra vez ¡otra, otra!Así sin saberlo, sin tener conocimiento del francés los presentes formaron un encore, los encores se originan de forma espontánea, cuando el público empieza a aplaudir y a pedir una interpretación adicional del artista. Se supo de algún artista mezquino y miserable que limitaba su actuación a lo más mínimo ignorando el clamor del público, se dice que ese fue el origen de los “rencores”, sentimientos originados por la frustración de aquellos feligreses. Por el contrario en tiempos medievales algunos artistas mediocres por exceso de ego continuaban lastimosamente sus presentaciones sometiendo a los presentes a prolongados sufrimientos, en estos casos se declaraba el momento más que un encore un embole y se persuadía el retiro de los músicos y artistas improvisados por la emisión de aullidos guturales.Como curiosidad en los tiempos frenéticos el apogeo del twist de la locura; los clientes del Peppermint Lounge de la ciudad de Nueva York en West 45th Street se retorcían al ritmo de las bandas. Entre ellas el cantante Jimmy Georgetti se hizo famoso por la generosidad en términos de duración de sus presentaciones; al ser interrogado por la prensa expreso’: “Me cuesta bajarme del escenario”.
- Es qué tal vez, Jimmy usted ha sucumbido a una relación emocional de fuerte contenido amoroso con su público - Replicó Foster Carter de la revista especializada ‘Twist y fritos”.
- No. Lo que ocurre es que me cuesta por la ciática y el lumbago que se agudiza con los movimientos del baile.
- En mi barrio había un cantor de boleros tan malo que la gente en vez de pedirle una más le pedía... una menos - continuó Luis poniendo un toque de humor como respuesta al encore de sus fans. A mí me gusta más que la costumbre de pedir “otra”, los gritos emanados en peñas y fogones a la voz de “Aro aro aro”. La palabra aro (en este sentido) viene de la expresión mapudungun "aro-aro" en el cual significa "con permiso" se acostumbra su uso para que las cantoras (o cantores) paren de tocar cuecas, y tomen un vasito de vino.
- A continuación honrando el recuerdo y la dedicación de aquel artista del twist, Luis se tomó un vasito de vino y extendió su canto regalándonos dos inéditos fuera de programa...
Tras la ausencia del poeta el fuego se extingue y los exiguos presentes quedamos cantando sus versos a oscuras como aquellos ciegos juglares del camino de Santiago, Starosta, el idiota que todos llevamos dentro cree que no estamos en tinieblas.
Javier M. Miró - Ingeniero agrónomo, autor del libro Javier, Paco y el Loco y otros cuentos. En 1991 emigró a Sydney, Australia, en donde desarrolla su actividad profesional como Biosecurity Officer