El 18 de febrero de 1987 fallecía Josefina Manresa víctima de un cáncer y casi ciega, y su muerte pasó tan inadvertida como había ocurrido con su vida.
Ella, inspiradora de los poemas más apasionados y contundentes de la literatura española del siglo XX, supo sobrellevar la soledad y el luto con entereza, discreción y elegancia.
Situada trágicamente entre dos fuegos y dividida entre un padre guardia civil y un marido republicano de izquierdas, sufrió primero el dolor de que los mismos compañeros de su esposo asesinasen a su padre, y después de la guerra tuvo que cargar con el estigma de ser la viuda de un poeta “rojo” que había muerto tuberculoso en la cárcel...
Josefina era una joven modista que pasó necesidades y tuvo que trabajar desde pequeña. Fuerte y sensible, amorosa y comprensiva, es probablemente el ejemplo de esposa más edificante que conozco. Trabajaba en un taller de Orihuela por el que el poeta merodeaba con frecuencia, pero era tímida y no pensó que fuese para verla a ella aunque así era.
Y a uno le queda la imagen de dos seres que se han querido con todas sus fuerzas llegando al máximo de amor posible
En ti me precipito como en la inmensidad
de un día claro de sangre submarina....
Hundo en tu boca mi vida...
Ella fue la esposa, la mujer amada hasta la desesperación, en la salud y en la enfermedad, y dedicó el resto de su vida a recordarlo. Un periodista que la entrevistó en 1980 dijo haber tenido la impresión de estar con los dos, porque Josefina y Miguel seguían juntos...
En 1937 se casaron civilmente y en 1938 murió su primer hijo, dejándolos sumidos en un terrible dolor, aunque un nuevo nacimiento les devolvía la esperanza.
Para el hijo será la paz que estoy forjando
Para siempre fundidos en el hijo quedamos..
Al acabar la guerra, Miguel escapó a Portugal pero cometió el error de ir a Orihuela a verlos, siendo detenido y condenado a muerte y más tarde a cadena perpetua. Enfermo y debilitado, poco a poco aquel torrente de fuerza fue apagándose, y desde la cárcel le hacía llegar poemas escritos en papel higiénico metidos en el cántaro de leche que ella casi no lograba leer, hasta que un día cuando fue a visitarlo, le rechazaron la bolsa de alimentos mirándola fijamente. Ella comprendió y se alejó en silencio...
Imagen: Josefina Manresa, Diputación de Jaén
Sección para "Curiosón" de Beatriz Quintana Jato.