Revista Educación

Recuerdos de papel

Por Esther
Recuerdos de papel    Mis baños en el río, los días en la escuela, los cuentos que llegaban hasta el sol y se multiplicaban en sus rayos, las estaciones desiguales, las carreras sobre un espacio del color de la esperanza. Los disfraces desgastados, la ternura de mi madre, el sentir de un grupo unido, la seguridad que me reportaban las cosas sencillas, las cosas de siempre. Nada hay más verdadero que lo que recuerdo, ni nada más humano que lo que una vez escribí. Si no compartes esos momentos parece que no los hayas vivido.
   Por un tiempo renuncié a encontrar respuestas en mis palabras. No quiero escribir estrofas a medias ni silencios llenos de buenas intenciones. No es mi deseo encontrar las explicaciones exactas o enumerar los rayos de estrella que sería capaz de  inventar con sólo cerrar los ojos. Podría haber escrito mis frustraciones más ocultas, el grito que reprimía, la realidad que añoraba. Todas mis verdades o en su falta, todas mis mentiras. Pero no. Todo lo que escribo se supedita al pasado. A un pasado que se siente demasiado cercano. Y tiene significados de soledad, de rebeldía, de secreto, de risas que unieron almas, de sueños que conquistaron otros mundos.    Los recuerdos me llaman, me duelen, me rescatan, me abandonan. No puedo hablar del futuro, ni siquiera del presente. Porque no entiendo, porque no quiero entender. Si lo hubiera hecho, mis palabras se hubieran convertido en meras vagabundas de un cansancio superior al físico, en lágrimas que avanzarían sin dolor ni pena, sin más destino que el de perderse en la ensuciada esquina del olvido. Mi letra se hubiera hecho triste, aburrida, débil, pasiva. Sería una letra sin esperanza. Y yo me hubiera muerto con ella.     Lo que opté por contar no fue más que el conjunto de sentimientos que me llegaban. Probablemente no eran los más adecuados, pero me pertenecían. Por completo. Los dejaba colarse en el frío papel, sin intentar interrogarles, sin desconfiar de ellos. A fin de cuentas, eso era lo que sentía. No pretendía que fueran palabras con historia. Sólo quería que fueran palabras. Mis palabras. 

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