Octavo intento de ser constante en esto del blog. Me da vergüenza decir que escribiré aquí más seguido, pero como dije es un intento y los intentos dejan de ser tan agotadores cuando se deja de intentar hacer y se hace, o algo así leí en algún lado.
Estaba escribiendo otra cosa que no era esto cuando llegué a una idea que me pareció interesante. Uno de mis temores más grandes es convertirme en un señor frustrado, llegar a un momento en mi vida en el que me rinda y deje de intentar hacer las cosas que tanto me gustan: aprender, ver películas, leer, escribir, viajar, escuchar música, andar en la bicicleta, jugar y básicamente todo eso que me hace sentir mucho más joven de lo que en realidad soy. Temo que un buen día deje de hacer todo eso y deje de creer en las cosas que creo ahora.
Entonces me frustraría y se me ocurrió que las frustraciones son como recuerdos de las cosas que no pasaron, son como recuerdos de cosas no vividas, pero que son casi reales, casi tanto como si fueran parte de nosotros. Una especie de no-recuerdos. Rechazos, oportunidades perdidas, malas decisiones y cualquier acontecimiento en la vida que nos haga preguntarnos si nuestras vidas serían diferentes si tal o cual hubiera pasado.
Tengo mi mente llena de esos no momentos, de fragmentos no vividos de mi vida. No-recuerdos que me persiguen como muertos vivientes.