Por Hogaradas
Quienes me seguís sabéis que me encanta ir a la playa, pisar la arena del mar, ponerme en la orilla y dejar que las olas mezan mis pies, disfrutar de la placidez de leer un libro a la sombra de una sombrilla… Siempre que puedo, me escapo, y como siempre, a la hora de la vuelta me embarga esa nostalgia de quien todavía no se ha ido pero ya piensa en la distancia y en llevarse un poquito de aquella playa en la que vivió momentos tan hermosos. Es por eso que me traigo un poco de arena, que guardo en pequeńas cajitas que compro, recuerdo de aquel lugar, o en pequeńos frascos como los de la fotografía. Me parece una manera fantástica de recordar e incluso de volver a sentir su textura. En cualquier ocasión que tenga nostalgia, no tengo más que vaciar uno de ellos, cogerla en mis manos y dejar que se deslice lentamente entre mis dedos.