Ayer estuve haciendo un poco de limpieza en un mueble que utilizo para guardar todo aquello que no uso normalmente pero que no quiero tirar porque tiene un valor sentimental. Es el caso de varias piezas de vajillas y de cristalería que son de mi madre de los años 70. Platos, vasos y cubiertos que están desparejados pero de los que no me voy a deshacer porque me parecen geniales.
El caso es que se me ocurrió jugar a imaginar un nuevo uso para ellos e hice una serie de fotos. La primera de ellas os la muestro hoy. Se trata de unas copas de cristal rojo con un toque sesentero que las hace únicas y que en la próxima cena romántica las convierto en unos portavelas geniales seguro. ¿Qué te parece la idea?
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