Dice la leyenda que lustros atrás se exhibía en los hogares catalanes un personaje carismático y entrañable al que se hacía empachar para poder disponer de sus “regalos” convertidos en dulces.
Mediante una canción y fuertes golpes de bastón se conseguía que este personaje “defecara” dulces, turrones y frutos secos.
La letra de la canción dice algo así
Tió, tió caga turró
i si no cagues turró et donarem un cop de bastó.
Todo esto siendo rodeado y golpeado sistemáticamente por los más pequeños de la casa.
Aunque el origen pertenece a los tiempos en los que comer turrones o frutos secos quedaba enclavado a fechas especiales, ya que no se disponía de las comodidades actuales. Ahora mismo de alguna manera se ha trasladado esos turrones a juguetes ya que de alguna manera se sigue la senda del glorioso gordinflón Santa Claus.
Parece que árboles y señores de traje rojo son más importantes que las tradiciones que tenemos aquí, y aunque me consta que en otras regiones tienen sus propios personajes que traen las buenas sensaciones a los pequeños creo que el carácter de estas figuras, a la que nos despistemos dejarán paso a las tradiciones de otras tierras.
Seres navideños con arraigo (lainformacion.com)
Probablemente, ahora que todavía no están olvidados sea un buen momento de rescatar estas cosas.
No soy de tradiciones y probablemente mi inclinación nihilista me hace renegar de muchas que no aportan alegría a las personas, pero creo que las que si lo hacen (sea de la doctrina que sea) deben recibir el trato que se merecen.
España y los españoles merecemos ser mucho más felices y si podemos serlo aunque sea en la mirada de un niño por unos momentos vale la pena.
No hace muchas horas que un buen compañero (que se está ganando el “titulo” de amigo) me decía que no había deseado buenas Navidades, espero que no se lo tome a mal, pero no creo en ella (la Navidad) ni en los personajes que la componen y mucho menos a los que la representan en la actualidad.
Podéis llamarme hipócrita ya que por mi trabajo realizo campañas en estas fechas y orientadas a ellas, pero no olvidemos que mientras no haya compradores no servirán de nada las campañas, si la gente desea comprar y regalar… ¿quien soy yo para hacer perder dinero a mis clientes?
Años atrás incluso me he disfrazado de Santa y Rey Mago, pero nunca olvidemos que más vale una sonrisa de un niño que cualquiera de mis principios. Este año no he hecho nada de esto y de alguna manera siento la nostalgia de esos abrazos esperanzados y los besos de los más inocentes.
Mientras conseguimos que se mantenga un poco de esa inocencia podemos ir preparando una sociedad un poco más “natural” un poco más sincera, aunque tengamos en cuenta que estas acciones para hacerla más transparente no se soporte sobre una mentira o una historia sin corroborar, ya que buena si es falsa sigue siendo falsa.