A medida que usted lee las palabras que se extienden a lo largo de esta página, su cerebro está haciendo algo magnífico. Cada frase permanece en su mente por un momento fugaz, las letras se funden en una sinfonía de señales neuronales y esos intrincados ritmos eléctricos forman el lenguaje del cerebro, un lenguaje que sólo hemos empezado a entender en el último siglo.
Rob Reinhart, profesor asistente de ciencias psicológicas y cerebrales en la Universidad de Boston, dice que hemos llegado a un punto en el que no sólo entendemos este lenguaje, sino que podemos hablarlo y aprovecharlo para mejorar el funcionamiento de la mente. En un estudio innovador publicado en abril de 2019 en la revista Nature Neuroscience, John Nguyen, investigador doctoral asociado al profesor Reinhart, demuestra que la electroestimulación puede mejorar la memoria de trabajo de las personas mayores de 70 años, de modo que su rendimiento en las tareas donde se hace uso de la memoria, es indistinguible del de las personas de 20 años que llevan a cabo las mismas tareas.
La investigación de Reinhart y Nguyen se centra en la memoria de trabajo, la parte de la mente donde vive la conciencia y que está activa cada vez que tomamos decisiones, razonamos, imaginamos y (con suerte), recordamos dónde hemos dejado nuestras llaves. La memoria de trabajo comienza a declinar a finales de los 20 y principios de los 30 años, a medida que ciertas áreas del cerebro se desconectan y descoordinan gradualmente. Cuando llegamos a los 60 y 70 años, estos circuitos neurales se han deteriorado lo suficiente como para que muchos de nosotros experimentemos dificultades cognitivas notables, incluso ante la ausencia de enfermedades como el Alzheimer.
Pero este dúo de investigadores ha descubierto además algo increíble, al utilizar la corriente eléctrica para estimular de forma no invasiva las áreas cerebrales que han perdido su funcionalidad, mejoran drásticamente el rendimiento de la memoria de trabajo, logrando así recuperar la memoria en los adultos mayores.
Durante este estudio, los investigadores le pidieron a un grupo de personas entre los veinte y los setenta años que realizaran una serie de tareas de memoria que les exigían ver una imagen, y luego, tras una breve pausa, debían identificar si una segunda imagen era ligeramente diferente de la original.
Al inicio, los adultos jóvenes eran mucho más precisos en esta prueba, superando significativamente al grupo de personas de mayor edad. Sin embargo, cuando los adultos mayores recibieron 25 minutos de estimulación leve administrada a través de electrodos en el cuero cabelludo y personalizada a sus circuitos cerebrales individuales, la diferencia entre los dos grupos desapareció. Ese impulso de memoria duró al menos hasta 50 minutos después de terminada la estimulación cerebral.
Pero para entender por qué esta técnica pudo funcionar, es necesario examinar los dos mecanismos que permiten que la memoria de trabajo funcione correctamente: el acoplamiento y la sincronización.
El acoplamiento
El acoplamiento ocurre cuando diferentes tipos de ritmos cerebrales se coordinan entre sí, y nos ayudan a procesar y almacenar información en la memoria de trabajo. Los ritmos lentos y de baja frecuencia, como las ondas theta, bailan en la parte frontal del cerebro, actuando como los directores de una orquesta. Estos se conectan a ritmos más rápidos y de alta frecuencia llamados ondas gamma, que se generan en la región del cerebro que procesa el mundo que nos rodea tal y como lo conocemos.
Así como una orquesta musical contiene flautas, oboes, violines, así también las ondas gamma que residen dentro de nuestro cerebro aportan algo único a la orquesta, basada en la electricidad que crea los recuerdos. Por ejemplo, una onda gamma puede procesar el color de un objeto a través de una imagen que usted sostiene en su mente, mientras que otra onda gamma captura su forma, otra captura su orientación y otra su sonido o su olor, etc.
Pero cuando las ondas theta pierden la habilidad de conectarse con las ondas gamma para monitorearlas, mantenerlas e instruirlas, las melodías dentro del cerebro comienzan a desintegrarse y nuestros recuerdos pierden toda nitidez.
La sincronización
Mientras tanto la sincronización, que consiste en la alineación de las diferentes ondas theta de las diferentes áreas del cerebro sincronizadas entre sí, permite unir diferentes áreas cerebrales para que pueda haber una mejor comunicación entre ellas. Este proceso es como una especie de “pegamento de memoria”, que combina detalles sensoriales individuales que sirven para crear un recuerdo coherente. A medida que envejecemos, nuestros ritmos theta pierden la sincronización y el tejido de nuestros recuerdos comienza a deshilacharse.
El trabajo de Reinhart y Nguyen sugiere que, mediante el uso de la estimulación eléctrica, podemos restablecer estas conexiones que tienden a fallar a medida que envejecemos, mejorando nuestra capacidad para recordar nuestras experiencias al restaurar el flujo de la información adentro del cerebro. Y no son sólo los adultos mayores quienes se benefician con esta técnica, ya que en los jóvenes también promete grandes resultados.
Durante las investigaciones y pruebas realizadas, 14 de los participantes más jóvenes tuvieron un desempeño deficiente en las tareas de memoria a pesar de su edad, por lo que fueron invitados a participar en el proceso de estimulación cerebral desarrollado por los investigadores, y efectivamente lograron resultados más que satisfactorios al conseguir corregir la pérdida de memoria que a pesar de la corta edad de los participantes, ya comenzaba a hacer su aparición.
Esta investigación prevé una variedad de aplicaciones futuras que son inimaginables y abren una nueva vía de investigación y opciones de tratamiento para las enfermedades relacionadas con la pérdida de memoria como el Alzheimer y la demencia senil.
A medida que la ciencia avanza, las investigaciones son cada vez más esperanzadoras, y la cura para enfermedades que hoy en día parecen no tenerla, se convierte en algo más cercano. Es muy probable que, a la vuelta de unos años, la pérdida de memoria en las personas, sea tan solo un viejo recuerdo del pasado.