Artículo de opinión publicado en Noticias Obreras. Diciembre 2014. Javier Madrazo
La política para ser democrática debe liberarse, en primer lugar, del control efectivo que sobre ella ejercen el poder económico y los mercados. La política se ha transformado en un instrumento al servicio de los intereses de la banca y las grandes empresas, que ejercen su autoridad en el mundo entero a través del FMI, el BCE y el Consejo de Europa.
Instituciones que han pervertido no sólo la acción política sino sobre todo, y más grave aún, han anulado la democracia. El capitalismo se ha convertido en una dictadura, y las instituciones, especialmente las supralocales ,son brazos ejecutores de órdenes que dictan personas que jamás han concurrido a unas elecciones y de las que nunca conoceremos sus programas, ni mucho menos sus rostros.
El cumplimiento efectivo de los derechos humanos no son, su objetivo prioritario , como tampoco lo es la superación de las desigualdades o la redistribución justa de la riqueza. Los máximos mandatarios saben muy bien que sus decisiones implican desempleo, precariedad y desahucios ; y en los países empobrecidos implican guerras, hambre y enfermedades. Estos son sólo daños colaterales , el precio a pagar por amasar cada vez mayores fortunas y un poder sin más límite que su propia voluntad.
Las consecuencias de sus acciones tienen rostro. Hombres y mujeres con nombres y apellidos. Sólo en España el 25% de la población se encuentra en estado de exclusión social. Más de once millones de personas, de las cuáles cinco padecen exclusión severa. Es obvio que los autores del VII Informe Foessa no comparten el optimismo del presidente del gobierno , Mariano Rajoy, cuando este último afirma , una vez más, que estamos saliendo de la crisis. Quienes se creen los “amos del mundo”, como les llamaba Tom Wolfe en su obra “la hoguera de las vanidades”, sólo tienen ojos para las cifras macroeconómicas, pero les falta sensibilidad para pensar en las personas. Así va el mundo.
Es vedad que la crisis económica está íntimamente unida a una gran crisis institucional y ética, que ha logrado hacer tambalear los cimientos de un modelo de desarrollo injusto e insolidario, tan agotado como corrompido. Sin embargo, es igualmente verdad, que sus máximos valedores harán todo lo posible para perpetuar este sistema que tan útil y rentable les ha resultado. Abrirán la mano con guiños sociales más testimoniales que reales, realizarán ligeros retoques en la fallida estrategia de la austeridad(austericidio), castigarán más por obligación que por convicción a los más corruptos e impulsarán procesos de transparencia y participación, que serán simples operaciones de maquillaje para acallar protestas y recuperar parte de la credibilidad perdida.
A pesar de ello, debemos confiar en la capacidad de transformación de la realidad que tienen las personas con ideales y valores (la mayoría) mediante la movilización popular y la negación del voto a quienes no están dispuestos a emprender una nueva transición que supere los déficits políticos, sociales y económicos que arrastramos desde 1978. Este es el reto más acuciante. La política debe imponerse a los mercados y debe situar la prioridad de la persona por encima de los beneficios de la banca. La sociedad no entenderá los hipotéticos pactos y alianzas entre PP y PSOE, a instancias de las grandes empresas, grupos financieros y la troika.
Estas dos formaciones políticas deberían: leer el contenido íntegro del informe Foessa, realizar una profunda autocrítica por que sus decisiones nos han conducido a esta situación de emergencia, y situar a las personas y sus necesidades en el centro de sus actuaciones.
Seguramente no lo harán a menos que las urnas les desautoricen, la ciudadanía les muestre su rechazo , dándoles la espalda; y fuerzas que defienden un mundo mejor y más justo, así como movimientos emergentes , con conciencia, principios y valores, les desplacen de los centros de decisión.
El futuro será mejor si este es el camino que elegimos.