Revista Cultura y Ocio

Recursos inhumanos. Pierre Lemaitre

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Recursos inhumanos. Pierre Lemaitre
     "Nunca he sido un hombre violento. No me viene a la memoria ningún momento en el que haya querido matar a nadie. Sí que he tenido ataques de ira de vez en cuando, pero nunca la voluntad real de hacer daño. De destruir. Así que, claro, estoy sorprendido. La violencia es como el sexo: no se trata de un fenómeno, es un proceso."
      Tengo mis roces con Lemaitre, es inevitable. Por eso me intriga y por eso precisamente le sigo leyendo, me cuesta definir un libro suyo con un simple bueno o malo, siempre hay peros. Por eso al ver este último título me lo traje a casa. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Recursos inhumanos.
     Conocemos a Alain Delambre, cincuenta y todos, cuatro años en paro. Ante fue director de Recursos Humanos de una gran empresa, pero los cambios, fusiones... hicieron que utilizara sus trajes para ir a la oficina de empleo. Y a cualquier empleo de los que le fueron saliendo; precarios, terribles. Alain tiene la suerte de tener a dos hijas adultas y emancipadas que se quedan al margen de su situación, pero no su mujer, Nicole. Ella está con él, a su lado... y cae por el mismo precipicio de precariedad que él, juntos. Cuando pierde su último empleo y parece que nada podría ser peor, una importante empresa le comunica que ha pasado la primera parte de un proceso de selección. Con el agua al cuello, Alain se agarra a esta noticia, conseguir ese empleo se convierte en algo vital, único, y parece dispuesto a todo. Pero, ¿y la empresa?
     Lemaitre comienza este libro con una situación que no es extraña, el desempleo. La desesperanza del desempleado que no encuentra manera de volver al mercado laboral, que ya ni se plantea siguiera hacerlo en el puesto para el que está capacitado y acepta cualquier cosa. Y ni así. Ese es el retrato que nos hace de Alain, su protagonista, en un comienzo relativamente lento que pretende que lector y protagonista se conozcan para el momento de comenzar la novela, el movimiento. Lo conocemos todo, la economía familiar, la que anima (Nicole), el que se desespera (él), las que permanecen a su lado disimulando como si no se dieran cuenta (las hijas). Y empezamos, Lemaitre calienta, fuerza las cosas en casa, el desánimo, la tensión: desesperación. Ese es el detonante antes de comenzar la lucha por el empleo, y ahí queda la pregunta que nos formula. Hasta dónde llegaría una persona por salir a flote, por un empleo, por revivir mejores momentos que no hizo nada para perder. Y la novela acelera, y su autor empieza a tensar el hilo de las situaciones, de la credibilidad. Nunca ha tenido problemas para sacrificar en cierta medida la credibilidad, cuando Lemaitre quiere, sabemos que exagera, es la parte de él que gusta o disgusta, la que le proporciona lectores fieles en realidad. Lemaitre nos mete en una situación rocambolesca, que podríamos quizás aplicar como fábula a otras cotidianas. Las empresas, los recursos humanos, la importancia del empleado para quien preside. Porque dentro de la marabunta de mentiras, uzis, gritos y desconfianzas, ese es el verdadero tema de la novela. La ira, la gota que colma el vaso de quien se ve abandonado por todos, de quien se convierte en nadie.
     Lemaitre nos deja una novela llena de giros y cambios de ritmo que se articula en torno a una prueba para conseguir un empleo. Dicho así puede parecer aburrido, pero nada más lejos, ni imagináis en qué consiste la prueba ni tampoco a dónde nos va a llevar el autor. El resultado es una novela muy entretenida, diferente, con la que, como esperaba he tenido mis roces. El primero ha sido el protagonista, nada importante, no hace falta que un protagonista me caiga bien, solo necesito que me transmita algo, aunque sean ganas de pegarle una patada en el culo, como ha sido el caso. Por cierto, gracias Lemaitre (quien lo lea, lo entenderá). Sin embargo, lo que si me ha costado ha sido mantener mi fe en lo que me iba relatando, y ahí se ha resentido la lectura. Irremediablemente. Una fractura que, lejos de curar, se fue agrandando dejando la novela en una historia entretenida, sin más. O con todo lo demás que ya os he contado y que siempre acompaña a Lemaitre, los matices.
 
      No me parece un mal libro para comenzar con el autor, es menos sangriento que su saga sobre Verhoeven, aunque mantiene ese realismo doloroso en algunas escenas que puede poner los pelos de punta al lector más sensible.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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