El álbum que vamos a escuchar hoy no es un álbum country al uso. Este trabajo de Emmylou Harris tiene un sonido casi hipnótico. La artista escribió –ya en solitario, ya en colaboración– once de las 12 canciones que lo componen, y eso que hasta entonces se había limitado casi siempre a interpretar canciones de otros. De hecho, solo repetiría esta experiencia como autora en Stumble into Grace (2003).
A lo largo de su extensa carrera, Emmylou ha trabajado en diferentes sellos, pero Nonesuch Records –la dicográfica bajo la que vio la luz este trabajo– ha sido una de las más recurrentes. Dirigida durante más de 30 años por Robert Hurwitz, se convirtió en toda una institución en la industria, editando a autores de todos los espectros musicales, como Astor Piazzola, Stephen Sondheim, Bjork, Caetano Veloso, Pat Metheny o Ry Cooder… Bajo el dilatado liderazgo de Hurwitz, el sello consiguió 42 Grammys.
Como curiosidad, este álbum, que en su día se alzó con el Grammy en la categoría de folk contemporáneo, aparece en la publicación 1001 álbumes que debes escuchar antes de morir (2005). Escuchemos ya algunos de sus temas.
El disco se abre con The Pearl, cuya letra nos plantea una metáfora no demasiado halagüeña del significado y el destino final de la vida. “Nuestro camino está gastado, nuestros pies pobremente pertrechados, elevamos nuestras plegarias hacia la probabilidad y tememos que el silencio sea la voz de Dios”. En otra estrofa se dice: “La aflicción es constante y las alegrías breves, las estaciones vienen y no traen consuelo, el tiempo es un ladrón brutal y descuidado que se lleva nuestra suerte pero deja nuestra pena”.
Rodney Crowell colaboró con Emmylou en Tragedy. De manera poética la letra describe el dolor de la narradora ante la negativa de su pareja a involucrarse plenamente en su relación. “Habría pagado a lo largo de los años un precio más valioso que los rubíes y las lágrimas para mantenerte seguro a mi lado pero tus sospechas, tu miedo y tu promesa de no dejar a nadie acercarse a ti eran tu trinidad. Una tragedia”.
Guy Clark se alió con Harris para escribir una elegía al padre de esta, veterano de la guerra de Corea. El título, Bang the Drum Slowly, hace referencia a un clásico de las canciones de cowboys, Cowboy’s Lament, en el que se dice: “Golpea el tambor suavemente, toca la gaita humildemente”.
My Baby Needs a Shepherd es más bien una oración de una madre para que su bebé esté seguro en el mundo. Está estructurada como una nana en la que la protagonista dice: “Mi bebé necesita un pastor, está allí sola perdida en la colina, necesita un ángel, nunca aprendió a volar”.
El tema que da título al disco es Red Dirt Girl, que cuenta la historia de una chica sureña y todas sus desventuras hasta su fin, incluyendo la muerte de su hermano en la guerra de Vietnam o su matrimonio, que la sumió en una profunda depresión.
La única canción del disco que no fue escrita por Emmylou Harris, sino por Patti Griffin, es One Big Love, más positiva que las anteriores, ya que la protagonista se abre a las posibilidades que le trae un nuevo amor.
La propia autora, Patti Griffin, la grabó en su disco Flaming Red (1998).
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