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Redes de frío urbano, una propuesta contra el cambio climático

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Redes de frío urbano, una propuesta contra el cambio climático

Las redes subterráneas de frío urbano son una inversión de largo plazo y su objetivo no es el segmento residencial; sin embargo, pueden sustituir aires acondicionados de manera sustentable.

Redes de frío urbano, una propuesta contra el cambio climático

BOULOGNE-BILLANCOURT, Francia. Bajo tierra, unas ruidosas máquinas inyectan agua helada en cañerías que discurren a orillas del Sena. En un mundo cada vez más caliente, las “redes de frío urbano” podrían ser una alternativa al aire acondicionado, nefasto para el clima.

En Boulogne-Billancourt, cerca de París, seis kilómetros de conductos enfrían más de 350,000 m2 de oficinas y equipos en el antiguo emplazamiento de las fábricas históricas del fabricante de automóviles Renault.

El sistema funciona en parte con geotermia, explica Clémentine Jaffré, responsable de la agencia de la empresa Idex, que construyó esta estación en el corazón de un acuífero subterráneo del que se pueden ver algunas gotas filtrar pese a las paredes de hormigón.

Las “termofrigobombas” usan así el agua a 15°C de la capa como complemento, para producir agua fría a 4°C y en paralelo agua caliente a 80°C para la red sanitaria y la calefacción en invierno.

Redes de frío urbano, una propuesta contra el cambio climático

Las redes de frío urbano, aún marginales en el mundo, no utilizan el mismo sistema pero buscan ofrecer una alternativa más ambiental a los aires acondicionados individuales.

En un informe publicado en 2018, la Agencia Internacional de Energía describió el círculo vicioso de esos aparatos, grandes consumidores de electricidad, emisores de gases refrigerantes de efecto invernadero más potente que el CO2 y que lanzan aire caliente, amplificando las burbujas de calor urbanas.

Actualmente hay unos 1,600 millones de aires acondicionados instalados en el mundo. Pero podrían alcanzar 5,600 millones de aquí a 2050.

“Eso quiere decir que cada segundo, se venderán 10 unidades de aire acondicionado durante los próximos 30 años”, explicó Lily Riahi, especialista del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA). Ellos consumirían “el equivalente del consumo energético de China y de India actualmente”, agregó.

La eliminación de los gases utilizados por esos climatizadores permitirían evitar 0.5°C de calentamiento, aseguró.

“Si queremos un mejor futuro, debemos pensar en la manera de mantenernos frescos y las redes de frío son una buena opción, principalmente en ciudades muy pobladas”, agregó.

Bombas de tiempo climático

La Agencia Internacional de la Energía es un poco menos entusiasta. “La mayoría de las redes de refrigeración del mundo actual no son más eficientes que los refrigeradores o los acondicionadores de aire en un edificio”, indicó el analista John Dulac, señalando en particular pérdidas de energía durante el paso por tuberías mal aisladas.

“En teoría y en algunos de los mejores casos prácticos, esto puede ser mucho más eficaz”, reconoce.

“Pero eso depende en gran medida de cómo (el sistema) está diseñado”, insiste el analista, dando como ejemplo la red de frío parisiense, la más importante de Europa, que almacena, en particular, hielo producido en horas huecas para entregar el agua refrigerada durante los picos de consumo.

Con 80 kilómetros de cañería instaladas bajo París, Climespace, filial de Engie, suministra frío a 700 clientes, entre ellos el Louvre, la Asamblea Nacional, la alcaldía o grandes almacenes.

Los equipos que funcionan con electricidad pero utilizan también el agua del Sena, producen “4 megavatios de frío por 1 de electricidad consumida mientras que (un acondicionador de aire autónomo) produce 2 megavatios de frío por 1 de electricidad”, precisa el director de explotación Jean-Sébastien Mascrez.

Y las emisiones de CO2 se reducen en un 50%, según Climespace.

“Una red de frío es muy eficaz, es evidente”, insiste David Canal, de la agencia francesa de control de la energía Ademe. En cambio, su perímetro es limitado: “El sector residencial no es el objetivo principal”, subraya.

Por lo demás, “primero hay que reducir las necesidades”, en particular las necesidades de “comodidad”, estableciendo otras medidas como el “diseño bioclimático de edificios”, continúa.

Riahi aboga también por soluciones “naturales” como la vegetación de las ciudades, antes de las soluciones mecánicas.

Además, las redes de frío requieren inversiones iniciales “importantes” sin retorno inmediato, señala.

Las infraestructuras de Boulogne costaron unos 65 millones de euros (72 millones de dólares). “Pero es rentable a largo plazo”, asegura Guillaume Planchot, presidente de Via Sèva, asociación francesa de promoción de redes de calor y frío.

“Este siglo, que lamentablemente es el siglo del calentamiento global, va a hacer emerger este tipo de sistemas”, predice: no hay opción frente a las “bombas de tiempo climáticas” que son los aires acondicionado.

Fuente: Obras Expansión Mx, Climespace
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