Revista Viajes
Una vista del Racó desde la cumbre del Castellar con las antenas del Tabaiá al fondo.
Después de visitar y documentarnos sobre el yacimiento del Castellar en el MAHE, nos dirigimos hacia su ubicación. Lo primero que llama la atención es la muralla muy deteriorada que a modo de óvalo rodea este asentamiento fundamentalmente islámico. En su interior hay otras formaciones similares y que parecen tratarse de abancalamientos destinados a la agricultura. A mitad de camino, Mariano Ros dejó aquí su huella con algunas esculturas talladas en la piedra y que, por lo visto, le invitaron a marcharse por tratarse de un paraje protegido. En la parte más alta se observan las prospecciones arqueológicas que se está llevando a cabo como lo demuestra la presencia de lonas plásticas que, semienterradas, indican el nivel alcanzado y el comienzo de futuros trabajos de investigación. La vista del pantano y del horizonte una delicia.
Siguiendo nuestro paseo y, después de recorrer el archiconocido Cau de Don Mariano, nuestros pasos se dirigen hacia "el descubrimiento" de uno de los numerosos nacimientos de agua que está en la zona. Nos dicen que vayamos hacia un enorme pino piñonero que está en el horizonte...
Allí descubrimos la entrada de una pequeña cueva de la que emana un hilillo de agua previamente estancada. De regreso, una preciosa puesta de sol y una nueva escultura aparece con el nombre de "Los Puentes". Un lugar de nuestro entorno que se debe cuidar y conservar.