Revista Cultura y Ocio
Si eres de los afortunados que a día de hoy tiene una entrevista de trabajo debes leer estos consejos antes de acercarte a la puerta de la oficina de tu "futuro" jefe.
1. COHERENCIA CON LA OFERTA; esto no quiere decir que si el trabajo es para estar metido en un almacén cargando sacos vayas con el chándal y los botines, sino que uses la ropa adecuada a la seriedad que quieras proyectar. Es igual de ridículo ir en traje de chaqueta a una entrevista para la cocina de una hamburguesería que ir en polo y bermudas para un puesto de ejecutivo.
2. PROHIBIDO TRAJE DE CEREMONIAS; bajo ningún concepto se te ocurra usar el mismo traje que llevas a las celebraciones familiares. Si no tienes una buena chaqueta, busca un jersey o abrigo elegante que cumpla la misma función, pero repetimos NUNCA EL TRAJE DE LOS BAUTIZOS, BODAS Y COMUNIONES.
3. TONOS SUAVES; en ese momento tú eres una valla publicitaria y lo único que quieres es que te escojan. Tú eres el producto que tienen que adquirir, así que intenta tener la fachada más amable que puedas. Los tonos grises, además de elegantes, muestran una imagen calmada y profesional. Si quieres puedes arriesgarte a darle un toque de color pero siempre en tono pastel o apagado.
4. VELLO FACIAL; no es necesario ir rasurado como el culo de un bebé. Mucha gente tiene aún la rancia idea instaurada en su cabeza de que para tener una buena presencia hay que estar afeitado. Todo dependerá del cuidado que le dediquemos a nuestra barba o bigote. Si parece que llevas un estropajo pegado a la barbilla lo recomendable es que te lo quites sin pensarlo, pero si luces una cuidada perilla no supone ningún problema con respecto a tu imagen.
5. PELO AL NATURAL; deja los experimentos y las extravagancias para las discotecas. Luce un peinado suave y sin estridencias. Evita la gomina que deje residuos o de a tu pelo un aspecto plástico y acartonado. Un peinado excesivamente elaborado es peor que ir despeinado.
En definitiva, sé tú mismo. No intentes disfrazarte de alto ejecutivo porque corres el riesgo de acabar siendo una caricatura de ti mismo.