Revista Mundo animal
Situación: chica pasea con su perro. Lo lleva atado con
correa. La chica es joven (20 años). El perro es un cachorrón de cruce de
mastín.
El perro va a tirones. En un momento dado el cachorrón se
fija en la correa y la muerde. Suelta y vuelve a morderla. Luego al talón de su dueña y luego al bolsillo lateral del pantalón. Son mordiscos de juego. A la
dueña no le hace gracia. Le dice que no. El perro ni caso y vuelva a la carga
al poco. La dueña más nerviosa para el paseo, se inclina sobre el perro,
verbaliza que no haga eso y que así no puede seguir, y unos segundos más
tarde le da dos cachetes (poco
agresivos) y le vuelve a decir que no.
El cachorrón, ni caso y vuelve a la carga…y así sucesivamente por un buen
rato.
Dos lecturas se me antojan a bote pronto en esta situación
que observé hace unos días por la calle. Por un lado, ¿qué será de esta dueña
cuando el cachorrón pase a mastin de más de 60 kilos?......qué importante es
escoger un perro adecuado a cada dueño, por su forma de ser, carácter, tamaño,
etc….muchas veces la gente acoge un cachorro por compromiso; se lo colocan; y
lo que han hecho es meter una moto en su piso.
Por otro lado, ¿qué hubiera pasado si en vez de actuar como
hizo, sin resultado positivo, hubiera redirigido la conducta a otra? Es decir,
si le da algo para llevar en la boca o si le pide que se tumbe mientras ella
mira un escaparate?....probablemte el perro hubiera depuesto su comportamiento
al sustituirlo por otro.
Desde luego que cabrían más alternativas, pero me quiero
centrar en la cuestión de redirigir los comportamientos.
Muchas
veces nos empeñamos en que el perro deje de hacer algo. Pero el perro no lo
entiende. Le parece lógico lo que hace y no entiende qué queremos que
haga. Es muy importante decir con
claridad al perro qué queremos que haga.
Y eso sí lo entiende y sí lo hace