Llevaba tiempo queriendo escribir sobre este futbolista. Un jugador al que nunca vimos triunfar, el cual tal vez tocó su techo con 22 años o que nunca llegó al mismo. Al que apodaban en su infancia como ”Negro Marcus” por la cantidad de goles que marcaba en edad juvenil en referencia a Fillip ”Svarte-Filip”. Pero cierto es que nunca marcó los goles que se esperaban a nivel profesional. Puso el listón tan alto que ni él mismo pudo mantenerlo, sino que este solo hizo que bajar en picado hasta llegar a Grecia. Tal vez fue solo una buena racha en una liga propicia para los goles: la Eredivisie. Aunque dos años mas tarde volvió y no fue lo mismo. Lesiones, suplencias, etc… Otro caso mas de joven prometedor que las alabanzas y elogios y la presión de ser el que se espera de él se comieron al talentosos futbolista. Siempre queremos ir rápidos,, pocos son tan listos de ir despacio en este mundo del fútbol. 5 años después que empezase su declive, aún sigo sin saber el porqué del mismo. Triste, pero el fútbol perdió a un excelente ‘killer’ del área. El jugador en cuestión es Marcus Berg, el cual perdió su gol pero que por causas del destino o no, lo ha vuelto a encontrar en Grecia. Pero ya es tarde, es triste, pero ya ha quedado en el olvido del mundo del fútbol.
Marcus Berg nació en 1986 en Torsby, pero fue en la ciudad de al lado, Goteborg, donde empezó a destacar jugando al fútbol coincidió con su hermano, Jonatan Berg. El joven tenía dotes de gran delantero, y tras la irrupción de Ibrahimovic en Europa, vieron en él a su heredero al ser también sueco y tener similitudes en cuanto su físico -jugador alto y fuerte- y juego. Era un goleador, de los de no dejar escapar la oportunidad de marcar, de los que marcan y asisten, pero que siempre generan peligro e inquietan a la defensa rival. Cualidades que hizo patente en sus años en Suecia, donde se destapó como futbolista, además de ser clave en el título liguero del Goteborg en 2007. Su nombre estaba marcado en las listas de fichajes de muchos equipos, pero finalmente eligió al Groningen. Jugar en Holanda, un fútbol para delanteros, donde las defensas no existen y las pifias de los mismos suelen ser mas que habituales, además de contar con porteros igual de fiables que sus defensas y de ser un país donde el trato al joven es esencial y característico.
En Holanda llegó al acmé de su carrera; al punto más álgido. 18 y 17 goles fueron sus cifras en dos años en la Eredivisie, el cambio de país no le afectó demasiado, ni el llegar a una liga mas competitiva. Además consiguió debutar con la selección sueca absoluta. Todo eran buenas noticias. Aunque lo mejor llegó en verano de 2009: en el europeo sub-21. En estos torneos los jóvenes destacan y se dan a conocer, es un perfecto escaparte para hacerlo y Marcus Berg no fue menos y lo aprovechó. Nada mas empezar ya se pudo ver cual sería la tónica del torneo: que Marcus Berg marcaría -casi- siempre. La selección sueca sub-21 llegó a semifinales, pero no pudo llegar a la final, por contrapartida ganaron la habitual final de consolación aunque esta poco consuele y solo sirva para ganar una medalla de bronce. Aunque esta medalla no fue lo mas valioso que se llevó Berg del torneo, sino que se adjudicó el premio al máximo goleador, se le fue otorgado el premio del mejor jugador y por último, consiguió conseguir el traspaso al Hambrugo, un histórico equipo alemán.
En Hamburgo, entre lesiones y otros motivos, nunca consiguió brillar como hiciera años atrás en Holanda. No conseguía encontrar su gol y la presión era máxima: habían pagado 10’5 millones de euros -la venta mas cara de la historia del Groningen- por él, uno de los goleadores más prometedores de Europa por aquellos tiempos. No sé porqué, aún no me lo explico, pero en Alemania se perdió y se convirtió en un delantero de buenos movimientos pero de poco gol -13 goles en 70 partidos con el Hamburgo-. Marcus Berg era consciente de ello, y por ello tomó la decisión de volver al origen de su irrupción en Europa: Holanda. Volver al país donde las defensas le exigían menos y sus cifras goleadoras lucían por si solas. Un regreso a la Eredivisie que disfrutó Eindhoven. Pero tampoco pudo recuperar sus cifras que hiciera en Gronigen. No era él mismo, el gol le daba la espalda y él se veía acabado, no sabía que hacer, mientras que el mundo del fútbol corría tan rápido como siempre y le había dejado de lado, olvidado.
Su progresión decaía por momentos y más lejos se encontraba el listón que él mismo dejó años atrás. Y en uno de esos fichajes raros, dejó Holanda y firmó por el Panathinaikos. Tal vez haya sido la decisión mas acertada por su parte desde que eligiera al Groningen. Y por causas del destino o no, se reencontró con el gol. En Grecia es alguien letal, que pena cualquier error forzado o no. Donde la chispa del gol retumba en sus pies y cuenta partidos por goles. Ha vuelto a ser importante, decisivo, ha vuelto a ser el mismo de antes: 36 goles en 63 partidos en Grecia, cifras cercanas a la cosechadas en Groningen -44 goles en 69 partidos-
No ha llegado a ser el que se esperaba, se perdió durante el camino pero en Grecia encontró el mapa -los goles- aunque lo hizo demasiado tarde para triunfar, ya no era una joven promesa como para volver a ser protagonista en el fútbol. Su momento ya pasó. Pero nunca es tarde para -volver a- marcar goles. Y en Grecia lo ha vuelto a hacer y los aficionados, de mientras, disfrutan de los mismos como un niño con su nuevo juguete.
Por Álex Honrubia (@Honrubia 11)
Archivado en: Opinión, Otras ligas Tagged: Fútbol griego, Marcus Berg, Panathinaikos, Suecia