En la playa abundan los cangrejos, que se alejan cuando te acercas a mirarlos. Los atardeceres son agradables y los mosquitos voraces.
Aprovechamos la cercanía a la Reserva Cayapas-Mataje, donde se supone que se encuentran los manglares más altos del mundo, para acercarnos a curiosear. Las indicaciones hasta el área son bien claras, y hay señalizaciones con el logo de la reserva por todas partes. Sin embargo al llegar allí nos encontramos con un centro de interpretación bastante moderno, el cual se encontraba cerrado a cal y canto, donde pudimos ver a través de las ventanas todos los materiales educativos acumulados en montones y llenos de polvo; parecía que no había pasado nadie por allí en años. La hierba estaba crecida y la pasarela hacia los manglares estaba caída.
Estuvimos preguntando por la zona y no hubo nadie que pudiese explicarnos qué había pasado allí, cual era el motivo del abandono del lugar, e incluso ningún pescador estuvo disponible para pasearnos por la reserva en su barca, alegando que no tendrían combustible hasta la próxima semana.
Al estar subvencionada la gasolina en Ecuador, parece que cuando llega a estos puntos fronterizos, hay gente que se dedica a comprarla y revenderla en Colombia, por lo que no hay abastecimiento suficiente para la gente local. Una pena.
Total, que me quedé sin visitar la reserva por imposibilidad de acceso y falta de atendimiento. Insistiré y seguro que consigo visitarla algún día.
A la vuelta fuimos hasta la ciudad de Esmeraldas para echarle un vistazo a la playa abarrotada de gente y por el camino disfrutamos de los bonitos acantilados.
Acantilados en el camino
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas