Estas cosas pasaban antes, el país inundado de procesiones, recuerdan el franquismo, que lástima, un paso adelante dos atrás. Entiendo que tengan un componente cultural, como los toros y esas cosas, y como tal componente cultural, se mete suavemente en la cosmovisión y conforma ideología y se reproduce en la sociedad, se socializa a los niños para que adoren y disfruten con unos desfiles que muestran la cultura de la tortura y la muerte violenta, y potencian esos rasgos, porque eso es lo que intentan tanta adoración y misticismo, meter el miedo a la vida, a la propia responsabilidad individual.
Y repiten y repiten, un día y otro, una semana y otra un año y otro, así es como se reafirma una historia y se meten músicas adecuadas, y trajes o vestimentas que identifiquen clanes, tribus, grupos, velos y mantillas, olores y colores, un poco o mucha organización paramilitar, misticismo, unas gotas de artes y espectáculo gratuito para mirar. Y fieles y fundamentalistas y llantos y gente pidiendo a unas estatuas de madera y confiando en que ‘Dios’ resuelva los problemas.
Y como su Dios murió de esa manera tan cruel, ellos tienen todo el derecho del mundo a hacer lo mismo. Qué cosas tiene la religión y la Iglesia porque ni siquiera está probado por nadie que aquello fuera verdad, pero aunque lo fuera que lejos queda tanta riqueza y tanta parafernalia y tanta procesión de muchas cosas que dicen que dijo. Escritos y fábulas hay, pruebas no. Daría lo mismo, otras cosas están probadas y no se imponen prácticas ni comportamientos al resto de la sociedad. Bien por los neoliberales que gobiernan, defensores de la libertad que obligan a los demás a soportar ritos y excesos.
No, no es exactamente como antes, faltaría más. La Iglesia y el Régimen, ambas cosas partes de lo mismo, imponían a toda la sociedad, quitar músicas, fuera películas que no representaran aquella historia, fuera carne, nada de colores salvo negros y morados, única diversión, procesión. Lo siento por algunas personas, pero esto tiene que ver con la ideología, los recuerdos de juventud siempre se perciben con buena cara y a los pueblos al terruño a recordar.
Sí claro que influye en el voto, claro que tiene repercusión en la idea que tenemos de España y sus problemas. Claro que muestran un componente carca en gran parte de la población española, componente que no solo llega desde los confines ultras pasando por los votantes peperos, también inunda los páramos rojiverdes y malvas. Esta es España señores con un pie aquí y otro allá. Posponiendo la asignatura pendiente, ¿para cuándo mayor laicismo? Que es mayor respeto global a todos, en los comportamientos, en las calles, en lo público, en las instituciones.
Cuantas de nuestras autoridades de todo signo político se postrarán ante estatuas de madera policromadas, cuantos representantes del pueblo irán en procesión. No, no da igual que vayan individuos privados a que lo hagan representantes del Estado, de todos.