Reflejos Dorados

El reflejo del sol en aguas abiertas,
Le da una suave sensación de paz al marinero,
Porque por la mañana se transforma en un dulce placer.
¿Qué criatura no teme a la noche?

Las difusas sombras de la última hora del día,

Siempre terminan por regresar hacia su origen.

No importa si nadie las ha llamado de vuelta hoy.

Son parte de las heridas tribales que todos cargan.

Parecen siempre nublar la conciencia, pero no siempre es así.

Siempre hay una pequeña partícula que se logra escapar de  su destino.

Una renegada que parece estar determinada a cambiar su final.

Una dorada lágrima baña con su caricia la última hora de la tarde.

Agoniza en suave silencio, junto con las últimas horas del día.

Las gentiles olas del mar, se llevan su recuerdo por doquier.

Inundando los segundos transcurridos con polvo dorado.

Para algunos, su existencia no significa anda,

Pero para otros, es un recuerdo de la existencia de la esperanza.

Sin importar lo distante que se encuentre,

Está al alcance de la mano de aquellos que así lo desean.

Aunque los humanos no tenemos nada que decir sobre la necesidad de la luz,
le pusimos, desde los albores del tiempo,  fe inmerecida al sol,
Tratando de ignorar que algún día puede quemarse,
Y a cambio, somos recompensados con una ignorancia voluntaria,
Una simple existencia feliz en nuestras vidas planificadas y poco espontáneas.

Cuando la luz lentamente se desvanece

Y nuestra voluntad de existir disminuye,

Como la de una cerilla usada,

El mundo se comienza a helar de polo a polo.

Y nuestras almas vagan sin encontrar calor,

Mientras se arrastran como fantasmas sin rumbo,

Perdidas en la oscuridad que deberían haber visto,

Pero jamás habrían podido evitar.

Una vez que la maldición pende sobre ti,

Resulta difícil escapar de ella.