Revista Comunicación

Reflejos en las ventanas

Publicado el 23 julio 2020 por Jose_luis_torres

Reflejos en las ventanas

Fue la segunda vez, en toda mi vida, que me entusiasmaron los reflejos en las ventanas. Busqué incesantemente un espejo que revelara con nitidez  los rasgos de mi cara, aunque ya bien lo suponía en ese momento por las miradas de la gente: tenía la cara de idiota.

Acabábamos de pasar la noche juntos y apenas unos días antes habías entrado a mi vida como el agua, apagando fuegos, desplazando el aire… Poco tiempo después me robarías casi todo mi tiempo y llenarías mi mente con tu presencia y, sobre todo, con tu ausencia. Me desataste una necesidad repentina, ¿cómo podemos sentir de un instante a otro que necesitamos algo que nunca antes tuvimos ni nos hizo falta?  Nos imaginé unos amantes tan competentes como la luna y la noche, también empecé a pensar en absurdos e imposibles. Pedí que no te matara un coche o un germen, mucho menos un rayo. Hicimos planes para empezar una nueva vida juntos  en otro lugar, lejos de nuestras vidas conocidas, pero tú no llegaste la noche decisiva. Te esperé más de lo esperable, y sabía que no te había matado un rayo.

La verdad es que te admiré, la lealtad parecía importarte más que la fidelidad, incluso que la felicidad, al menos la mía. Te escribí doscientos treinta y cuatro versos, y cuatrocientas cuarenta y tres cartas que jamás recibiste.   Y justamente hoy, al salir del cine, después de haberte olvidado por completo, me sorprendió el verte tan poco cambiada, te reconocí enseguida a pesar de que han pasado casi tres décadas. Quería contarte  que estaba solo porque decidí nunca volver a ver una película con nadie que no fueras tú. Supuse que sonreirías de lo ridículo que era tal decisión, y luego reirías cuando te dijera que era verdad. Pero no hice nada, excepto esperar a que te alejaras, y ese día, por tercera vez en mi vida, caminé disfrutando de todos mis reflejos en las ventanas.

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