Desde marzo en que publiqué la entrada dedicada a La Corredera, no paseaba tranquilamente por ella. El día era perfecto, la luz, la hora, pocas personas transitando por la plaza… Pero si las veces que la he cruzado, no me gustó lo que vi, esta vez la sensación era de preocupación.
Preocupación por el rumbo que está tomando. Ya sé que es agradable sentarse en uno de sus “miles” de bares (exageración) y que al igual de similares plazas en otras ciudades, es lo que hay. Sin entrar en el debate sobre el giro que desde su restauración ha dado, la preocupación viene dada por su deterioro, por el incumplimiento sistemático de las normas dictadas en su día.
El libre albedrío en cuanto a cartelería hostelera es total, la uniformidad en balcones se está relajando, la venta de cosas raras es un hecho… en fin, para qué seguir. Sugiero que os deis prisa en ver La Corredera.
Está perdiendo el Norte
Busqué el reflejo de otros tiempos en los espejos
… en pequeños detalles
Tras pasear bajo los arcos
… llegué a la conclusión, de que es necesario acudir a la fuente y darle un lavado en profundidad
… hasta que esto ocurra, pienso dejar mi sombrero cordobés en la plaza de La Corredera