Revista Política

Reflexión

Publicado el 12 febrero 2013 por Alejandropumarino

Reflexión

La imagen fue tomada en fechas recientes en el Paseo Nuevo de San Sebastián. Una pequeña borrasca pone en evidencia lo poco que representamos en esta vieja Tierra que nos alberga, por encima de intereses personales, sociales o políticos, más allá del amor y del desamor, de las angustias y de las profecías. Hace pocos días, pasó un asteroide más cerca de nuestro planeta de lo que es habitual, a unos treinta y tantos mil kilómetros. A uno, ignorante en estas lides, tal distancia se le antoja enorme, pero en términos cósmicos debe resultar infinitesimal y de hecho, algunos satélites, sobre todo los geoestacionarios, orbitan más allá de tasn largo trecho. Se sabía que la probabilidad de colisión es remota, pero dentro de unos veinte años para uno, y de unos treinta para otro asteroide, parece que hay más posibilidades de que coincidan ambas órbitas y se produzca un acontecimiento comparable a aquel que hizo desaparecer a los dinosaurios, y a otros miles de especies, de la faz de la tierra.

Gijón tiene mar, y la belleza de las olas rompiendo en Santa Catalina es comparable a la de cualquier otro lugar de la agitada costa del Cantábrico, aún en la ignorancia de si sieguirán batiendo más allá de un par de décadas, si un capricho espacial nos hace colisionar con un objetio de unos trescientos metros de diámetro. Las cicatrices de nuestro satélite, la Luna, son huellas de numerosas colisiones como estas que se aproximan. Nuestra especie es un soplo en la vida del planeta, y aún menos en la del sistema solar o la de nuestro universo particular, la Vía Láctea. Conviene, a tales alturas del desencanto, de la crisis, de la corrupción, restar relevancia a todas estas cosas, para vernos como un diminuto punto en un universo que noes desconocido por completo.


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