Revista Comunicación
Dicen que la lectura es una afición solitaria, algo que hace uno mismo en compañía de las páginas de la última novela que corona su mesilla. Puede que en gran medida sea así pero ¿qué pasaría si pudieras fuera en compañía?
El otro día, hablando con un amigo (también amante de la literatura y además escritor) le comenté mi apatía general en estos últimos tiempos.
– Es normal, a todos nos pasa – me dijo.
Seguidamente comentamos nuestras últimas lecturas y él, con una pasión inaudita me habló del último libro que estaba leyendo – No me gusta, por lo general, la novela romántica… pero este libro es diferente, trata de cómo cambiar nuestras vidas. –
Sus palabras han hecho mella en mí. Puede que parezca una tontería pero, cuando nuestra vida cambia radicalmente (como en mi caso) y te vuelves loca buscando... no el camino correcto, buscas el camino que te apasiona y que hace volver a latir tu corazón como lo hacía antes...
Por un lado, creo que ha despertado en mí esa chispita de quererme comer todos los libros que están a la espera en mi estantería y, por otro, las ganas de escribir. Porque sí, yo también escribo (a nivel profesional, en muchos aspectos). En los últimos tiempos el poder ha superado con creces en mi vida a todos los aspectos del querer.
Gracias amigo, gracias por enseñarme el arte de leer en compañía. El arte de comentar ese amor por los libros que compartidos a la sombra de un buen café (y un aire acondicionado maravilloso). Porque la vida es eso, son pequeños momentos, pequeños “quereres” que hacen que la vida merezca la pena.