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Reflexión sobre la mortalidad en ‘Las intermitencias de la muerte’ de José Saramago

Publicado el 06 noviembre 2023 por Ispamaga @is_ma_ga

Las intermitencias de la muerte es una obra literaria escrita por el renombrado autor portugués José Saramago. Publicada en 2005, la novela presenta una premisa inusual: un día, en un país no especificado, la muerte decide dejar de cumplir su función. Las personas dejan de morir, lo que, a primera vista, parece una bendición, pero pronto conduce a una serie de consecuencias inesperadas. Saramago, conocido por su estilo narrativo distintivo y su aguda observación de la condición humana, utiliza esta premisa única para explorar temas profundos y existenciales mientras teje una historia apasionante.

El autor, José Saramago, es ampliamente considerado como uno de los escritores más influyentes del siglo XX y principios del siglo XXI. Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998, Saramago es conocido por su estilo narrativo único, que a menudo desafía las convenciones literarias tradicionales. En «Las intermitencias de la muerte», Saramago demuestra su habilidad para abordar cuestiones filosóficas y existenciales de una manera accesible y entretenida, manteniendo a los lectores inmersos en la trama mientras los hace reflexionar sobre la vida, la muerte y la naturaleza de la humanidad. Esta novela es un ejemplo destacado de su capacidad para mezclar lo extraordinario con lo cotidiano y cuestionar nuestras percepciones convencionales de la realidad.

Este breve ensayo se centrará en analizar cómo José Saramago utiliza la interrupción de la muerte como un dispositivo literario en Las intermitencias de la muerte para explorar la naturaleza humana y la mortalidad. La premisa de la novela, donde la muerte deja de funcionar en un país no especificado, permite a Saramago sumergirse en una profunda reflexión sobre lo que significa ser humano en un mundo donde la muerte ya no es un destino seguro. Este concepto desafía las creencias y normas culturales en torno a la vida y la muerte, y Saramago lo utiliza como vehículo para examinar la complejidad de la existencia humana.

En el ensayo: “Las intermitencias de la muerte en la enseñanza de la Ética y Bioética” de Carneiro (2018) se destaca cómo Saramago cuestiona las concepciones tradicionales de la vida y la muerte. Los autores argumentan que la interrupción de la muerte lleva a los personajes y a los lectores a confrontar su propia mortalidad, lo que a su vez los obliga a reconsiderar sus prioridades y valores. Saramago se sumerge en las emociones, dilemas éticos y cuestionamientos existenciales que surgen cuando la muerte ya no es un factor inevitable.

En la obra de Saramago, en tanto que la ausencia de la muerte muestra el colapso de las estructuras políticas, sociales y religiosas, su retorno inquieta a todos los vivos, pues recuerda que basta existir para estar sujeto a dicho destino. La muerte encarnada en una figura femenina, que experimenta pasión y compasión por un hombre, a su vez imagen de la vida, transmite el mensaje de que solamente el amor a la vida puede cambiar la muerte, si bien ni siquiera el amor será suficiente para evitarla. (Carneiro et al., 2018)

Además, el filósofo Albert Camus, en su obra «El mito de Sísifo», aborda la noción de la absurdez de la vida en un mundo sin sentido.

“Lo absurdo nace de esa confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo. Eso es lo que no hay que olvidar. A eso hay que aferrarse, pues toda la consecuencia de una vida puede nacer de ello. Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su cara a cara, he aquí los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica que es capaz una existencia”. El mito de Sísifo, 1942.

Reflexión sobre la mortalidad en ‘Las intermitencias de la muerte’ de José Saramago

Saramago parece explorar este concepto a través de la lente de su narrativa, ya que los personajes y la sociedad en su novela enfrentan una realidad donde la muerte, que solía dar significado a la vida, se vuelve inalcanzable. Esta situación absurda plantea preguntas fundamentales sobre el propósito de la existencia y la búsqueda de significado en un mundo donde la muerte ya no cumple su función.

En “Las intermitencias de la muerte, lo efímero y lo eterno” de Allasino (2020) se analiza cómo los personajes de Saramago enfrentan situaciones absurdas que desafían su comprensión del mundo. Los personajes deben lidiar con una realidad incomprensible donde las reglas habituales de la vida y la muerte ya no se aplican. Saramago utiliza esta premisa para explorar las reacciones de sus personajes ante la incertidumbre y el cambio, lo que arroja luz sobre la naturaleza humana y su capacidad de adaptación.

Aunque, como ya se dijo antes, gran parte de los enfermos sin cura y cuya enfermedad había llegado a su extremo y último grado, si es lícito decir tal de un estado nosológico que se anunció como eterno, habían sido reencaminados para sus casas y familias, En qué mejores manos podrían estar los pobres diablos, se preguntaban hipócritamente, lo cierto es que un elevado número, sin parientes conocidos ni dinero para pagar la pensión exigida en los hogares del feliz ocaso, se amontonaban por ahí al sabor de lo que tocara, ya sea en los pasillos, como es vieja costumbre de estos establecimientos de asistencia, ayer, hoy y siempre, en trasteros y en rincones, en esconces y en desvanes, donde con frecuencia los dejaban abandonados durante varios días, sin que eso le importara a quienquiera que fuese, pues, como decían médicos y enfermeros, por muy mal que se encontraran, no se iban a morir. (Saramago, 2005, pág. 75)

En L’existentialisme est un humanisme una obra considerada como la síntesis de la filosofía de J.-P Sastre, Argumenta que la existencia humana está marcada por la libertad y la responsabilidad de crear significado en un mundo aparentemente sin sentido. En Las intermitencias de la muerte, los personajes se enfrentan a la libertad de vivir indefinidamente, lo que plantea interrogantes sobre cómo elegir vivir cuando la muerte ya no es una certeza. Saramago explora cómo sus personajes asumen esta responsabilidad y cómo sus elecciones reflejan la condición humana en un mundo donde las reglas han cambiado.

Este texto se adentrará en cómo José Saramago utiliza la interrupción de la muerte como un dispositivo literario en Las intermitencias de la muerte para explorar la naturaleza humana y la mortalidad. La novela desafía las nociones convencionales de vida y muerte, llevando a los personajes y a los lectores a cuestionar su existencia y su búsqueda de significado en un mundo donde la muerte ya no es segura.

Las intermitencias de la muerte de José Saramago es una novela que plantea una premisa única y provocativa: en un país sin nombre, en un momento no especificado, la muerte deja de funcionar de repente. Las personas dejan de morir, lo que lleva a una serie de consecuencias inesperadas. La trama se desarrolla en un escenario donde la muerte, que históricamente ha sido una certeza ineludible, se convierte en un enigma insondable. La premisa central de la historia es la interrupción de la muerte y cómo esto afecta a la sociedad, a los individuos y a las instituciones.

La tarde ya estaba muy avanzada cuando comenzó a circular el rumor de que, desde la entrada del nuevo año, más exactamente desde las cero horas de este día uno de enero en que estamos, no había constancia de que se hubiera producido en el país fallecimiento alguno.

La historia tiene lugar en un país imaginario que comparte similitudes con el Portugal natal de Saramago, pero sin ubicación precisa. Esto agrega un elemento de atemporalidad y universalidad a la narrativa. La falta de un marco de tiempo específico también resalta la idea de que la interrupción de la muerte podría ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento. La narración comienza con un enfoque en las consecuencias inmediatas de la suspensión de la muerte, como la alegría de la población que ya no teme su fin, pero evoluciona para explorar cuestiones más profundas sobre la vida, la muerte, la política y la burocracia.

Lo que no podían imaginar, ni uno ni otra, es que la tal frase, pronunciada en directo por el entrevistado y nuevamente escuchada en la grabación que emitió el telediario de la noche, sería entendida de la misma equivocada manera por millones de personas, lo que acabará teniendo como desconcertante consecuencia, en un futuro muy próximo, la creación de un movimiento de ciudadanos firmemente convencidos de que con la simple acción de la voluntad se puede vencer a la muerte y que, por consiguiente, la inmerecida desaparición de tantas personas en el pasado se habría debido a una censurable flaqueza de voluntad de las generaciones anteriores. Pero las cosas no se quedaron así. Dado que las personas, sin que para tal tengan que acometer ningún esfuerzo perceptible, seguirán sin morir, otro movimiento popular de masas, dotado de una visión prospectiva más ambiciosa, proclamó que el mayor sueño de la humanidad desde el principio de los tiempos, es decir, el gozo feliz de una vida eterna aquí en la tierra, se había convertido en un bien para todos, como el sol que nace todos los días y el aire que respiramos.

José Saramago teje una trama ingeniosa y satírica en la que los personajes se enfrentan a una nueva realidad donde la inmortalidad es inesperada e incómoda. La falta de muerte desencadena una serie de eventos que desafían las estructuras sociales y humanas fundamentales. A medida que la narrativa avanza, los personajes, desde la propia muerte hasta los ciudadanos comunes, deben lidiar con las consecuencias de esta interrupción inexplicable. La novela plantea preguntas filosóficas sobre la mortalidad, la condición humana y cómo dar significado a la vida en un mundo donde la muerte ya no es un destino inevitable.

En Las intermitencias de la muerte, José Saramago introduce una premisa audaz: la repentina interrupción de la muerte en un país no identificado. Esta interrupción se manifiesta de manera abrupta y sin previo aviso. Las personas simplemente dejan de morir, independientemente de su edad o estado de salud. Saramago presenta este fenómeno con su característico estilo narrativo que desafía las convenciones gramaticales y de puntuación, creando un ambiente de desconcierto y asombro. La narración se convierte en un flujo continuo de palabras, que refleja la confusión y la incredulidad de los personajes y la sociedad frente a esta interrupción incomprensible.

Las consecuencias de la interrupción de la muerte son profundas y variadas. En primer lugar, la población inicialmente se llena de euforia, celebrando la inmortalidad repentina. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, surgen complicaciones inesperadas. Los hospitales se llenan de pacientes en estado vegetativo o en un sufrimiento perpetuo, sin posibilidad de liberación a través de la muerte. Las funerarias enfrentan dificultades económicas debido a la falta de trabajo. La Iglesia y el Estado también se ven afectados, ya que sus instituciones dependen en gran medida de la mortalidad humana. La interrupción de la muerte expone las fallas en las estructuras sociales y políticas existentes y plantea cuestiones éticas y filosóficas sobre la vida y la muerte.

La novela de Saramago desafía al lector a reflexionar sobre la naturaleza de la mortalidad y cómo esta característica fundamental de la condición humana da forma a nuestras vidas y decisiones. La interrupción de la muerte se convierte en un microcosmos que representa la fragilidad de las instituciones y convenciones humanas. En última instancia, Saramago utiliza este concepto como un dispositivo literario para explorar las respuestas humanas ante lo desconocido y cómo la inmortalidad forzada plantea preguntas profundas sobre el significado de la vida y la muerte.

Sus personajes

Saramago presenta una variedad de personajes, cada uno reaccionando de manera única a la interrupción de la muerte. Entre los personajes principales se encuentra el propio rey, el músico conocido simplemente como el «violonchelista», y la enigmática muerte personificada. Cada uno de ellos experimenta las consecuencias de la interrupción de la muerte de manera diferente.

El Rey, como figura de autoridad, se enfrenta a un dilema inmenso, ya que su reino enfrenta una crisis sin precedentes. Trata de mantener el orden y la estabilidad en medio del caos creciente, pero su propio temor a la muerte lo impulsa a tomar medidas drásticas. Esto lo lleva a una búsqueda personal de respuestas sobre la naturaleza de la inmortalidad y sus implicaciones.

La “señora”, por otro lado, experimenta una intensa soledad y celos. Su marido, de quien estaba a punto de separarse antes de la interrupción de la muerte, sigue vivo a pesar de sus deseos. Esta situación le plantea cuestiones sobre el deseo de controlar la vida y la muerte, y cómo la inmortalidad forzada puede dar lugar a sentimientos de amargura y desesperación.

El «violonchelista», un músico que anteriormente había interpretado hermosas melodías durante los funerales, enfrenta una crisis de identidad. Sin muertes que acompañar, su música pierde su propósito. Se debate entre su amor por la música y su papel anterior como músico fúnebre, lo que lo lleva a una profunda introspección sobre su propia existencia.

La muerte personificada también experimenta una transformación significativa. Despojada de su función habitual, se adentra en el mundo de los mortales para comprenderlos mejor. Su encuentro con la humanidad le brinda una perspectiva única sobre la vida y la muerte.

El comentario social

José Saramago utiliza la premisa de la interrupción de la muerte en «Las intermitencias de la muerte» para realizar críticas y observaciones profundas sobre la sociedad y la política. A través de su estilo narrativo característico, Saramago arroja luz sobre varios aspectos de la vida moderna. Una de las críticas más evidentes es la burocracia y la falta de preparación de las instituciones gubernamentales para abordar esta situación inusual. El gobierno se ve abrumado por la inmortalidad temporal de sus ciudadanos, lo que revela la ineficiencia y la falta de adaptación de las estructuras estatales a las necesidades cambiantes.

Llegó el primer ministro, se interesó por la salud de las reales personas, en particular por la de la reina madre, aquella que en el último fin de año estaba a punto de morir, y después de todo, como tantas y tantas otras personas, todavía respiraba trece veces por minuto, que pocas más señales de vida se dejaban percibir en su cuerpo postrado, bajo el dosel del lecho.

Otro aspecto crítico es cómo la interrupción de la muerte altera la dinámica social. La gente comienza a actuar de manera egoísta, ya que la perspectiva de la inmortalidad temporal los lleva a buscar su propio beneficio sin preocuparse por las consecuencias. Saramago ilustra este cambio en la conducta humana a través de situaciones como la especulación inmobiliaria, donde las propiedades se convierten en el bien más codiciado, y el comportamiento impulsivo y hedonista de la gente.

Brutalmente desprovistos de su materia prima, los propietarios comenzaron haciendo el gesto clásico de llevarse la mano a la cabeza, gimiendo en plañidero coro, Y ahora, qué será de nosotros, pero luego, ante la perspectiva de una catastrófica quiebra que a nadie del gremio funéreo salvaría, convocaron asamblea general del sector, a cuyo término, tras acaloradas discusiones, todas ellas improductivas porque todas, sin excepción, se daban de bruces contra el muro indestructible de la falta de colaboración de la muerte-

El sistema de salud también se ve sobrecargado y desafiado por la interrupción de la muerte. Los hospitales y médicos enfrentan una crisis existencial, ya que la medicina se vuelve en gran medida innecesaria. Saramago plantea cuestionamientos profundos sobre el papel de la medicina en la sociedad y cómo la inmortalidad temporal cuestiona las estructuras y valores tradicionales.

La novela también aborda temas de control estatal y vigilancia, ya que el gobierno trata de mantener el orden en medio del caos. Se establece un sistema de control riguroso para rastrear a los «inmortales» y mantener a raya la anarquía. Este enfoque lleva a una exploración de las implicaciones de la vigilancia gubernamental y la pérdida de libertades individuales.

La crítica social en la obra de Saramago se refleja a menudo en su estilo de escritura único, que incluye largos párrafos y diálogos directos con el lector. A través de estos elementos literarios, Saramago hace hincapié en la absurdez de la situación y provoca una reflexión profunda sobre la naturaleza de la sociedad y la política en un contexto tan excepcional como la interrupción de la muerte.

La reflexión sobre la mortalidad y la humanidad

Las intermitencias de la muerte es una obra que plantea cuestionamientos profundos sobre la mortalidad y la humanidad. A través de la premisa de la interrupción de la muerte, la novela lleva al lector a reflexionar sobre la naturaleza misma de la vida, la muerte y la existencia humana.

En primer lugar, la novela desafía la concepción tradicional de la muerte como un evento inevitable y natural. La interrupción de la muerte introduce la idea de que la inmortalidad temporal es posible, lo que lleva a una reevaluación de la vida y su valor. Los personajes se enfrentan a la perspectiva de una existencia indefinida, lo que plantea preguntas sobre el propósito de la vida y cómo las personas dan sentido a su tiempo en la Tierra.

La obra también se sumerge en la reflexión sobre el envejecimiento y la mortalidad como parte integral de la condición humana. La ausencia de la muerte como un evento liberador del sufrimiento y el deterioro físico lleva a los personajes a confrontar la eternidad con una mezcla de esperanza y desesperación. La búsqueda de significado en una vida prolongada se convierte en un tema central, y Saramago aborda cómo las personas reaccionan ante la perspectiva de una existencia sin fin.

Qué vamos a hacer con los viejos, si ya no está ahí la muerte para cortarles el exceso de veleidades macrobias. Los hogares para la tercera y cuarta edad, esas benefactoras instituciones creadas en atención a la tranquilidad de las familias que no tienen tiempo ni paciencia para limpiar los mocos, atender los esfínteres fatigados y levantarse de noche para poner la bacinilla, tampoco tardarán, tal como ya lo habían hecho los hospitales y las funerarias, en dar con la cabeza en el muro de las lamentaciones.

El autor también juega con la noción de que la muerte es lo que da significado a la vida. Con la interrupción de la muerte, la vida pierde su urgencia y sus límites temporales, lo que plantea preguntas sobre cómo las personas valoran y aprovechan su tiempo cuando no hay una fecha de vencimiento clara. La complacencia y la apatía se vuelven amenazas para la humanidad, y Saramago explora cómo los personajes intentan lidiar con esta nueva realidad.

La interrupción de la muerte también conduce a una profunda meditación sobre la finitud y la fragilidad de la existencia. Los personajes se enfrentan a dilemas éticos y filosóficos sobre cuándo y cómo poner fin a una vida que no tiene un límite natural. La búsqueda de la humanidad por comprender su propia condición y las decisiones que toman en este contexto excepcional arrojan luz sobre la complejidad de la existencia humana.

En una reflexión final sobre el significado de la interrupción de la muerte en la novela Las intermitencias de la muerte de José Saramago, podemos apreciar que esta premisa desafía no solo las convenciones literarias, sino también las preocupaciones humanas más amplias. La obra nos obliga a cuestionar la relación entre la vida y la muerte, el propósito de la existencia y cómo valoramos el tiempo que se nos concede. La interrupción de la muerte actúa como un espejo distorsionado que refleja nuestras propias inquietudes sobre la mortalidad y la inmortalidad. Nos recuerda que la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, y su interconexión es fundamental para comprender nuestra humanidad.

La lectura de esta novela tiene un impacto profundo en nuestra comprensión de la vida y la muerte. A través de la pluma de Saramago, somos testigos de una realidad donde la muerte ya no es un horizonte ineludible, lo que nos lleva a explorar cómo enfrentaríamos una existencia sin fin. Esta experiencia literaria nos incita a considerar cómo damos significado a nuestras vidas, cómo enfrentamos la incertidumbre y cómo abrazamos nuestra propia mortalidad como un aspecto esencial de nuestra condición humana. Nos desafía a examinar nuestras relaciones con la muerte y la forma en que vivimos nuestras vidas, destacando la importancia de la finitud en la creación de significado.

En última instancia, Las intermitencias de la muerte nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre lo efímera y preciosa que es la vida, y cómo nuestra comprensión de la muerte influye en nuestra apreciación de la existencia. A medida que avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de que la muerte, con su capacidad para otorgar significado a nuestras acciones y experiencias, es un recordatorio fundamental de la belleza y fragilidad de la vida. La novela nos desafía a abrazar nuestra mortalidad y a vivir de una manera que honre la interacción constante entre la vida y la muerte, recordándonos que, en última instancia, es la fugacidad de la existencia lo que le da su riqueza y profundidad.

Referencias

Carneiro, B. (2018). “Las intermitencias de la muerte” en la enseñanza de la Ética y Bioética. https://www.scielo.br/j/bioet/a/MH3vrSSg3xhvwJdDMFqc4PK/?format=pdf&lang=es

Allasino, M. (2020) Las intermitencias de la muerte, lo efímero y lo eterno. https://latinta.com.ar/2020/08/26/intermitencias-muerte-efimero-eterno/


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