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Para llegar a dar a los hombres una regla común, una disciplina, una organización, se necesita una fe, una ilusión, algo que aunque sea una mentira salida de nosotros mismos parezca una verdad llegada de fuera.
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A una colectividad no se le moverá jamás diciéndole: Puede haber una forma social mejor. Es como si a una mujer se le dijera: Si nos unimos, quizá vivamos de una manera soportable. No, a la mujer y a la colectividad hay que prometerles el paraíso(...) En todas partes y en todas épocas los conductores de hombres son prometedores de paraísos.
Palabras del personaje Iturrioz, en "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja, 1911.
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Saludos