Revista Cine

Reflexiones.

Publicado el 14 octubre 2017 por Matapuces
No hay potencia más fascinante y a la vez más perversa que el poder.
Los más miedosos son los más obedientes.

El propósito de la verdadera lucha es poner fin a la lucha por la supervivencia.


La lucha por la supervivencia (eufemismo de guerra) nos ha convertido en seres mediocres, codiciosos, hipócritas, envidiosos, pusilánimes, altaneros, resentidos, amargados, mentirosos, desconfiados y sobretodo inhumanos.

La acumulación es especulación.

El placer virtual ha superado al placer real.

La imitación nos degrada, la ingenuidad nos sublima.

La sospecha hace del santo un villano.

Somos lo que vemos, lo que escuchamos, lo que comemos, lo que leemos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que deseamos, lo que; ¿queremos ser?

En cierto modo si tenemos que afrontar una situación insospechada de crisis y represión en general inevitable para todos dada la naturaleza intrínseca de dominación y explotación del sistema, mejor hacerlo cuanto antes, sería peor alargar la agonía que tarde o temprano terminaría por destruirnos a todos con una actitud pasiva.

La sociedad de la información queda absorbida y estupefacta por la inmediatez de los acontecimientos que son constantemente bombardeados a través de los medios de comunicación de masas e Internet.

Lo desconocido no existe.

La democracia representativa se contrapone con de la democracia directa, de manera que aunque aquella esté refrendada por una mayoría, está somete a la minoría que aspira a la democracia directa. La cualidad de la democracia representativa responde de facto a un Poder totalitario (Estado) enmascarado con visos cuantificables de libertades administradas para camuflar su verdadaro rostro represivo y dictatorial.

Los auto-enagaños se retroalimentan con más auto-enagaños, es un circulo vicioso del que no puede salirse sin romper con la cadena que nos ata al engaño impuesto por la sociedad-sistema y al auto-impuesto por nosotros mismos.

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