Revista Maternidad

Reflexiones

Por Inmacardona
A raiz de un comentario de mi amiga Eva con quien mantengo a través del correo conversaciones más que interesantes, llevo días dándole vueltas a cómo ha cambiado mi percepción del autismo y mis sentimientos hacia el mundo.
Cuando llega un diagnóstico de autismo a la familia, es muy duro, durísimo, tanto que te cuesta respirar, que apenas puedes pensar, tu mente es una contradicción entre lo que ves en tu hijo y lo que quieres ver, proyectas cosas que no son reales, porque la mente no puede asumir en poco tiempo ese shock tan grande. Muchos que me leeis sois familias y me entendéis bien, los que no lo seáis quisiera trasmitiros que son los momentos más dificiles de tu vida, se te rompe algo dentro y no consigues recomponerlo hasta pasado mucho tiempo. No quiero escribir mucho sobre aquel momento porque recordarlo me hace sentir mal.
Sin embargo hoy es otra cosa muy distinta, estoy tan adaptada a este cambio, tan segura de que el autismo ha traido cosas buenas a mi vida, tan orgullosa de mi hijo Miguel, que a veces olvido que un día fue duro para mi. Puede sonar increible, pero os juro que es así. No creo que por un lado esté mi hijo Miguel y por otro su autismo. Para mi Miguel es quien es, con su forma de hablar, de contarme las cosas, con sus temas favoritos, con su manera de querer, con su manera de acompañarnos en la vida... No pretendo cambiarlo, porque yo quiero a este Miguel que conozco, no quiero a un Miguel imaginado sin autismo, esa persona no sé quien es. Por eso pienso que su autismo es su forma de ser y no le doy más importancia, no creo que limite su forma de ser, es que él es así.
También comprendo que esta visión es muy personal y no pretendo que las demás familias lo vivan como yo. Es cierto que Miguel es un niño muy feliz y eso ayuda mucho, él no tiene episodios de tristeza como les pasa a otros niños, tampoco muestra ansiedad, él no sufre por su autismo. Hay momentos duros en la vida con él, pero también los hay en la vida de mis otros hijos, a veces las cosas con él son muy dificles, pero también me ocurre esto con mis otros hijos.
Llegar a esta percepción es un proceso, no es algo que asumes y punto, no es tan fácil. Como decía Eva, cuando conoces a alguien que está empezando el camino piensas bufff... la que les viene encima!, porque los ves tan desesperados como estabas al principio de tu camino, con tantas cosas por aprender, por comprender y ese camino nadie lo puede pasar por ti.
Quiero al menos trasmitir que hay esperanza, que los chicos con autismo merecen todo nuestro amor y todo nuestro respeto, que acompañarlos en su vida puede ser un placer, y así lo vivo yo.
Tengo mucha suerte de tener los tres hijos que tengo, cada uno con su forma de ser.

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