Revista Diario

Reflexiones a la vuelta de vacaciones

Por Belen
De nuevo en casa, después de 5 días de vacaciones, de sol, de playa como queríamos, estamos otra vez en casa. Y vengo con la cabeza llena de pensamientos, muy habitual en mi. Si a veces dejara de pensar un poquito igual y todo estaba más tranquila, pero eso es difícil.
Regresamos ayer sábado, para evitar los temidos atascos, caravanas y horas interminables de viaje. Ayer por la tarde muy tranquilamente recogimos nuestras cosas y nos vinimos tan ricamente.
Primera conclusión, la primavera no ha llegado a todas partes. Joer qué frío cuando veníamos para Madrid, lluvia, viento. Yo que venía con mi ropa de primavera, ala, fastidiate porque ya a medio camino hacía un biruji que no nos permitió ni merendar agusto.
Segunda conclusión, a la gente le gusta horrores esto de la caravana y los atascos. Cuando llegamos al barrio, vacío. Sitio suficiente para aparcar donde quisieras, nadie por las calles, ni un ruido. A estas horas ya anuncian los atascos tanto de salida como de entrada en los diferentes puntos conflictivos. Ainssss por no perder una tarde de lo que somos capaces a veces.
Tercera conclusión, en la playa si hay un rayo de sol, hay que ponerse en bañador, no importa la temperatura. Si en Madrid (o en cualquier otra ciudad supongo, eso sí que no sea costera), con 17 grados te paseas por el parque en manga corta y chanclas te llaman poco menos que gili...... o al menos ridículo. Pero si estás en la playa es casi de obligación pasearse de esa guisa. Da igual que corra una brisilla más que fresca, que tengas la piel de gallina, o que se esté empezando a nublar, hay que ponerse al sol. Y si te paseas como la que suscribe con una manguita larga más a gusto que todas las cosas, pues eres algo rarita. Claro que como la rara lo soy en muchas ocasiones, que más da ¿no?.
Cuarta conclusión, a los niños hay que curtirles con el agua helada de la playa a principios de abril. Pues sí, grandes o pequeños, los niños tienen que probar el agua de la orilla. Dadas las fechas y habiendo pasado el invierno más que fresquito que hemos pasado, es de suponer que el agua está para que te quedes patitieso si se te ocurre mojarte los pies. Decían el otro día los meteorólogos, que con suerte en el mediterráneo podía estar el agua a unos 15 grados. Anda, dúchate a 15 grados a ver cómo se te queda el cuerpo. El caso es que daba igual que fueran las 11 de la mañana que las 5 de la tarde, las criaturas ahí en el agua, y claro el mío decía "¿no me baño mami?"; a lo que yo argumentaba hábilmente, "pues si esta tarde quieres tomarte un helado, creo que no, ¿vale?". Podéis imaginar su respuesta. Y así le hemos ido sujetando, pero ayer por la mañana ya no se pudo resistir y se mojó los pies. Ay coñe, no veas lo rápido que salió del agua. Su argumento fue demoledor: "mamá el agua no está fresquita, ¡está helada!". Si lo sé le dejo que se moje los pies el primer día. Menos mal que mi niño es listo. Otros ahí estaban entrando y saliendo del agua, heladitos de frío, y esos padres ahí mirándoles orgullosos. Con tal de adelantar el verano, lo que son capaces de hacer algunos.
Quinta conclusión, de las vacaciones siempre llego más cansada de lo que me voy. Y es que por muchas ganas que tenga, por mucho que planifique las cosas, al final, tras unos días de lo que se supone va a ser algo de descanso y diversión, vengo más cansada con creces de lo que suelo irme. Tengo un dolor de espalda y un sueño que no me tengo. Joer, se supone que la playita relaja, pues no, a mi me deja por los suelos oye. Así que ahora unos días para recomponerme como es debido. Qué duro es esto de estar de vacaciones.
Sexta conclusión, tengo que comprarme un coche más grande (ya quisiera yo). Y yo que pensaba que este viaje sería más fácil en cuanto a equipaje, por aquello de que el nene es más mayor. Entre el petate del "por si acaso" que parecía que nos íbamos para un mes, el triciclo, la bolsa de juguetes y cuentos, la bolsa del cubo, palas y demás enseres de playa, pelotas, bolsas y no sé que más, el coche a reventar. Pero vamos a ver si somos tres en la familia, ¡¡cómo es posible que necesitemos tantas cosas!!.
Séptima conclusión, en la casa de la playa tengo que comprar una barrera para la cama del peque. No llevé la barrera que tenemos aquí porque no sabía cómo meterla en el coche. Y como allí duerme en una cama bajita, pegada a una pared, una cama de 1,05!! pues pensé que no pasaría nada. Craso error. Tercera noche, el nene dando vueltas intentando imitar a la niña del exorcista. Un ruido en la noche, PUMM!!... silencio .... "mamá, no os veo", el nene se ha caído de la cama. Si es que no para quieto ni dormido. Nota mental, en el próximo viaje, acercarse al Carrefour local a comprar una barrera. La dejaremos puesta hasta que cumpla los 18.
Octava conclusión, tengo que aprender a hacer lo que mi marido llama escucha selectiva. Tengo la cabeza como un bombo, de escuchar a mi hijo hablar sin parar. Mi marido dice que emplea una técnica de escucha selectiva, claro que también la debe emplear conmigo. De repente el niño le habla y él está recréandose en su mundo interior. "Cariño, que el nene quiere que le respondas". "Ay perdona, es que a veces ya ni le escucho, sino me volvería loco". Esta misma técnica insisto creo que hace tiempo la utiliza conmigo, de ahí lo fácil que le resulta, lleva tiempo entrenando.
Novena conclusión, el niño adelanta su horario en la playa. Siempre os he dicho que mi hijo no es muy dormilón. 10 horas seguidas de sueño nocturno es el récord. Pero tras el (maldito) cambio horario lo estamos dejando en 9 horas casi todos los días. Así anda el pobre como alma en pena cuando llega la una de la tarde. Cuando estamos en Madrid su hora para despertar oscila entre las 8.30 y las 9 de la mañana. Primera mañana que despertamos en la playa, miro el reloj, 7.30 horas. Os podéis imaginar que la criatura bajaba ya a la playa agotadito de tanto jugar en casa. Y ese ha sido su horario, las mañana restantes.
Décima conclusión, es mejor que pare porque mi cerebro no para de escupir ideas.

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