Revista Opinión

Reflexiones andaluzas

Publicado el 21 marzo 2015 por Carlos López Díaz @Carlodi67
Mañana se vota en Andalucía. Desde esta lluviosa Tarragona, permítanme desgranar algunas reflexiones sobre los tipos de votantes que, previsiblemente, acudirán a las urnas.
1) Los conservadores, en sentido literal. Es decir, todos aquellos que en esencia quieren conservar el actual estado de cosas en la comunidad autónoma, con algunos pequeños retoques cosméticos, como mucho. Son los partidarios del regadío, esto es, el riego de millones de euros del amigo Erario en forma de ayudas y subvenciones de todo tipo. Son los partidarios de que si su hija de dieciséis años llega un día a casa preñada, la puedan acompañar al abortorio más cercano, y "resolver" el problema de la manera más higiénica, y por supuesto a cargo del amigo Erario. Incluso los hay que prefieren no enterarse, y que la niña pueda haber ido ya por su cuenta. Son personas pragmáticas, que no necesitan creer en nada en particular para emocionarse con la Semana Santa, porque las tradiciones son las tradiciones. Y si la niña quiere tener el hijo, tratarán de convencerla de la manera más suave posible de que lo mejor para ella sería abortar, porque tiene "toda la vida por delante". Personas modernas, en fin, que están de enhorabuena, porque pueden votar no a uno, sino a dos partidos, el PSOE o el PP. Las diferencias son matices insignificantes, y desde luego mucho más irrelevantes que las existentes entre béticos y sevillistas.
2) Los furiosos. Son todos aquellos convencidos de que el Estado puede legítimamente apropiarse de la mitad o más de la riqueza de los ciudadanos (en esto coinciden a grandes rasgos con los anteriores), pero consideran un robo intolerable que luego no les llegue su parte, en forma de subsidio, prestación o chollo, y por eso están muy enfadados; tanto que quieren liarla. Quieren entrar a saco en las fincas de los ricos (tanto literal como metafóricamente hablando) y repartirse el botín. Y piensan que tras el reparto... bueno, en realidad no piensan mucho en qué harán después. Para eso ya están sus líderes políticos, que saben perfectamente que después sólo puede haber una espiral de represión creciente, para culpar del desastre social a que nos abocarían a los escuálidos, como dicen sus mentores venezolanos, y seguir exprimiendo la poca riqueza que quede por repartir. Todo por el interés general, por supuesto. Estos también tienen dos partidos, Izquierda Unida y Podemos, aunque parece que van a decantarse más por el último, que ha sido más hábil en encontrar patrocinadores bolivarianos e islamistas.
3) Los aseados. Estos se encuentran en una situación intermedia entre los dos grupos anteriores. Son por un lado "conservadores", porque en lo esencial no quieren cambiar nada de lo que llaman Estado del Bienestar (sanidad gratis, escuela laica gratis, pensiones aseguradas, aborto gratis) pero están muy legítimamente enfadados con los escándalos de corrupción. Así que proponen medidas de regeneración como la democratización de los partidos, o el refuerzo de la independencia judicial. Medidas que vienen a ser como ducharse todas las mañanas: están muy bien para empezar, pero luego viene lo más importante; y en esto, no parece haber grandes diferencias respecto a los que he llamado conservadores, en sentido literal. Ah, me olvidada, estos pueden votar a Ciudadanos o a UPyD.
4) Los heroicos. Estos son curiosos. Por un lado, están también indignados por la corrupción. Pero piensan que esta empieza, estructuralmente, cuando el Estado se apropia de casi la mitad de la riqueza de los ciudadanos vía impuestos, esto es, coactivamente. Son personas que también valoran el bienestar, pero a diferencia de casi todo el mundo, no consideran que sea gratis, que exista nada gratis, ni que todo se reduzca a lo material. Piensan que las comodidades sólo pueden proceder del esfuerzo individual y la responsabilidad. Por eso defienden un Estado austero, que permita el ahorro después de impuestos, lo que incluye el desmantelamiento gradual de las autonomías, convertidas en la consagración institucional de la irresponsabilidad y la deslealtad nacional. Defienden además una educación libre de interferencias estatales, de manera que sean los padres quienes decidan si quieren que sus hijos crean también en algo más que en las vacaciones pagadas y la jubilación, o si prefieren los vacuos estribillos relativistas y buenistas de la escuela laicista. No quieren que sus hijos no sepan asumir la responsabilidad de sus actos, y por eso no opinan que un embarazo no deseado se "resuelva" con un aborto. Al contrario, consideran que la vida humana es un don, que debe ser protegido de esos médicos indignos que violan el juramento hipocrático. Son también conservadores, pero en un sentido mucho más noble que la primera acepción del diccionario. Lo que ellos quieren conservar no es un statu quo política y moralmente corrupto, sino el legado espiritual judeocristiano, la familia natural, la Nación española, el Estado de Derecho y la economía de mercado. ¡Casi nada! Estos ciudadanos tienen su partido, llamado Vox, fundado hace poco más de un año por Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara. No los verán mucho en la televisión, porque la verdad es que creer en algo que choque con el gratis total y la irresponsabilidad total, no está muy de moda. Hoy la épica queda para el cine, el deporte y la extrema izquierda. Fuera de ahí, tiende a considerarse de mal gusto, o sea, extrema derecha. Se dice incluso que el voto a Vox es un voto tirado a la papelera. Lo dicen, eso sí, quienes hace tiempo que tiraron a la papelera sus convicciones y su conciencia.
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