Reflexiones ante la “Ola de calor”….. inhumano
Artículo por Mamen Páez
Cuando al mal llamado “primer mundo” se nos llena la boca de repetir la “ola de calor” que asola Europa, no puedo más que recordar a nuestros hermanos y hermanas etíopes por esos caminos áridos arrastrando un carro lleno de bidones amarillos en busca de agua, levantando un polvo que te tapa los ojos y seca la boca, y sin ninguna probabilidad de poder beber en kilómetros bajo un sol de justicia.
Las sequías y altas temperaturas dejan a millones de africanos a merced del hambre; mientras tanto, en este lado del mundo se nos agria el carácter por no “poder ni salir a la calle a tomarnos unas tapas y cervezas en un chiringuito de la playa o en un bar de nuestros barrios”.
Y al mismo tiempo, sin que se nos hiele el corazón:
Millones de personas pidiendo refugio, huyendo de guerras que no pidieron mientras se dilapidan decenas de millones de dólares en armas.
Millones de toneladas de alimentos tirados a la basura mientras se mueren de hambre millones nuestros hermanos y hermanas africanos.
Ah, esa ola de calor inhumano que nos deja helado el corazón y nos hace ser ciegos, “ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”. (José Saramago,” Ensayo sobre la ceguera”)
Quizás mañana sea tarde para cambiar el rumbo de la historia, el tiempo de tomar conciencia es hoy y ahora.
Etiopia en tus manos (Del poeta Daniel Maximiliano Lemos)
“Escombros… escombros y arena en tus labios.
Insaciable sed y vos te lavas las patas con mis días restantes.
La noche es más oscura cuando las tripas cantan,
y se hace más larga cuando tus sueños transpiran.
Hambre… sed y hambre,
tu esperanza es hueso y tela,
tus plegarias, duerme en penas,
acurrúcate entre desaparecidos.
Niños bendecidos por el abandono del tiempo.
Esperando el pulgar de la parca,
que decida cuándo serán sorteados, para no regresar.
Y no serán más que el olvido del necio,
arrogancia por un pan que se vuelve arena.
Etiopia, cementerio de lamentos,
campo minado de niños que duermen la siesta de la vida,
despertando en la muerte para esperar a sus hermanos.
Y así, uno por uno, todos se van y nadie vuelve.
Ellos abandonan el infierno,
que supo ser paraíso hasta que llegamos,
con hambre y ceguera, miedo y rencor.
Etiopia en tus manos, en mis manos,
que ya no sea arena que se escurre,
hagamos algo antes de caer al suelo”
Gracias Iñaki Alegría por dejarme escribir mi dolor, mi amor, y también mis anhelos y esperanzas por nuestra querida África, en nuestras manos está cambiar la historia.