Son días de confinamiento, aunque ya empieza a verse la salida con las fases de desescalada, la primera es la cero, la segunda la 1... por qué nos empeñaremos siempre en complicar lo fácil. Pero no, no quiero hablar de desescalada, sino compartir una pequeña reflexión que ha pasado por mi cabeza esta misma tarde y que ya que estamos, por qué no escribirla por aquí para que no se pierda y poder recordádmela cuando vengan otra vez a mí con cantos de sirena.
Y es que como digo, llevamos más de 40 días encerrados más o menos en casa, teletrabajando en mi caso y yendo un día a la semana al hospital, intentando mantener rutinas deportivas gracias al patio de mi casa (que como el de la canción, es particular y se moja cuando llueve como los demás), y compartiendo TikToks y recetas con la peque de la casa, ratos de balón en el patio con el mayor, y ratos de terraceo, bingos y algún que otro vermút con la jefa de la casa.
Más de cuarenta días de ratos malos, de ratos buenos y de ratos mejores. Más de cuarenta días en casa, y casi casi, no me pilla en casa. Y es que en 2016 "casi" me fui a Asturias; en 2019 "casi" me fui a Andalucía; y en 2020, sí, mes y medio antes de que todo estallara, "casi casi", me vuelvo a ir a Asturias...
Por eso digo que la cuarentena "casi" no me pilla en casa, y menos mal que todo se ha quedado en "casi", porque estos más de cuarenta días también me han servido para valorar lo que uno tiene en casa (tanto en lo personal como en lo laboral) así que mucho tendrían que cambiar las cosas como para que vuelva a escuchar " cantos de sirena ".