Revista Viajes
Un bañito en Poda Island...
El sábado volví de Tailandia y tras volver a la rutina y en general a la realidad, todavía estoy en proceso de recuperación. El clima alemán me ha recibido con frío y lluvia, tan simpático él, y mi cuerpo viniendo del paraíso, tan bien acostumbradito al clima tropical, a mucho movimiento y alimentación sana, ha lanzado una protesta y me ha castigado con un leve resfriado.Ay... esos días después de volver de vacaciones... ¿Qué duros, verdad? Viendo fotos, videos, acordándote de todos los momentos... Ha sido una experiencia increíble. Inolvidable. Una aventura. Aterricé y me puse en modo radar a absorber con todos los sentidos lo que me rodeaba. Y así hasta el último día. Bangkok, Chiang Mai (el norte), Krabi, Raylay, Koh Lanta, Koh Phi Phi y de nuevo Bangkok ha sido nuestra ruta.
Leí que era posible hacer un monk-chat (tener una charla con los monjes, lo hacen posible para practicar su inglés, ¿qué os parece?) así que puse todo de mi parte para charlar con uno, me recorrí todos los templos de Chiang Mai e incluso meditamos en uno de ellos (mi novio se echó la siesta, que es el modo de meditación español). Le pregunté a varios monjes, pero ninguno hablaba inglés. Pillé a uno infraganti lavando su porsche, tan humilde y discreto.Yo, después de haberme documentado bastante, me moría por preguntarles en vivo y en directo por su modo de vida, por la práctica en el día a día de mindfulness, por su rutina, ¿os imagináis lo guay que hubiera sido llegar en plan pro y publicar mi entrevista con un monje tailandés? Pues no.Al final le pregunté a un turista que pasaba por allí, que resultó ser vasco, y me informó de dos cosas que me dejaron bastante desconcertada porque además las he podido contrastar y son ciertas: una, que las mujeres tienen absolutamente prohibido tocar a los monjes y otra, que es muy ofensivo tocarles la calva. Tocarles la calva... No le encuentro el sentido social a esto. Una persona cuando entra en contacto con otra puede sonreir, mirar a los ojos, estrechar la mano... pero no le toca la calva, y menos si no lo conoce. Me pregunto si pusieron la regla por recibir capones de los turistas.Y bueno, yo soy capaz de charlar con un monje hasta el final sin tocarle la calva, pero soy mujer, qué le voy a hacer. Mi género femenino, por mucho que en Tailandia se cambie de sexo como de peinado, me gusta demasiado, de modo que no reuniendo uno de los requisitos, tuve que desistir.Sin embargo, y a pesar de haber dejado mi ilusión en Tailandia de jugar a periodistas y volver con una entrevista exclusiva que nunca tuvo lugar, sí he metido en mi maleta multitud de temas interesantes sobre los que he investigado, estoy investigar y sobre los que voy a profundizar. Como podréis imaginar, los temas que han surgido son en su mayoría de sociología y de psicología social.Voy a hacer un breve apunte como para introduciros los temas que voy a abordar, que surgen de la experiencia y seran completados con bibliografía, como siempre. Mañana comenzaré con el primero que introduce el concepto de compasión.Algo que me ha llamado especialmente la atención de la sociedad tailandesa en ciudades grandes y en desarrollo como Bangkok o Chiang Mai es el anhelo de ser o parecer occidentales y me he dado cuenta del poder mediático que ejercemos sobre Asia en general. (esto no solo sucede en Tailandia sino también en otros países asiáticos, como Japón, Indonesia o Corea (del Norte y del Sur). Así, eligen modelos y actores en los medios de comunicación que tengan aspecto occidental. Las series de televisión tailandesas las protagonizan hombres y mujeres con un aspecto relativamente alejado de, digamos, sus "rasgos originales".En Occidente por el contrario se aprecian mucho los rasgos asiáticos, los ojos rasgados suelen considerarse bellos. Además, nuestro canon de belleza actual se basa en pieles bronceadas y hacemos verdaderas locuras para conseguir esos tonos: ir a un solarium, utilizar autobronceadores, tomar el sol durante horas, aceites o caña de azúcar. Allí no solo se ha extendido y se está extendiendo un tipo de operación de estética que elimina el párpado consiguiendo un efecto "ojo occidental" sino que se percibe la blancura de piel como símbolo de belleza, pureza y estatus social. El bronceado se atribuye más bien a aquellos que trabajan en el campo, que pasan más horas al sol y tienen un menor nivel socioeconómico. (Es curioso que este canon de belleza era el establecido en Europa también hace un par de siglos). Así que si estás en un país asiático y vas al supermercado a comprar crema facial/corporal, fíjate bien en los ingredientes porque como te descuides, hasta las marcas europeas llevan efecto "whitening" (blanqueador).Por supuesto otros factores culturales han despertado mi curiosidad, por ejemplo la gastronomía. Utilizan en cada plato todos los cinco tipos de sabores: dulce, picante, salado, ácido y amargo. Hicimos un curso de cocina y quedamos enamorados de la gastronomía tailandesa. Otras diferencias culturales nos parecieron curiosas, como el saludo, el idioma, o costumbres como que allí consideren la cabeza la parte más digna del cuerpo y los pies la más indigna, luego es de muy mala educación mostrarle los pies desnudos a alguien. También la inmensa cantidad de input (o estímulos visuales) que te encuentras en la ciudad. Me pareció brusco y exagerado, pues observas pantallas de televisión hasta dentro del metro, publicidad mires donde mires, luces, etc. No entiendo cómo puede un ser humano vivir su día a dia así. Algunas ciudades europeas tampoco se alejan mucho de esta estructura de ciudad. Eso es maltrato cerebral.Los contrastes son otro choque cultural. Cómo la sociedad de un país que produce prendas a dos duros para tiendas como Zara, Mango, H&M... compra luego esa misma ropa a precio de tienda, un precio que se escapa de las posibilidades de la enorme mayoría. Cómo tiene tantísima gente un iPhone 5 siendo su sueldo mensual menor a 400€. Cómo una ciudad puede ser moderna y tercermundista a la vez. Cómo en los tiempos que corren y con tal borrachera de productos electrónicos modernos todavía existe una inmensa falta de conciencia social, ecológica y de seguridad. Se me encogía el pecho cada vez que veía a seis mujeres montadas en una scooter sin casco (aunque esto último no debemos olvidar que en nuestro país hasta hace poco era igual) y la sexta iba sentada detrás con un bebé cogido de un brazo.Este mes de Abril el blog vas a estar muy interesante... ¡No desconectes! Para los que no habéis estado nunca, espero haber ofrecido una introducción con información interesante, para aquellos que sí, me encantará que compartáis, sugiráis, opinéis o refutéis mis experiencias, aportando las vuestras y complementando mi análisis.¡Aquí estoy de vuelta con las pilas recargadas y con muchas ganas de aprender!